"Entre el tianguis y el huachicoleo. La dualidad sinaloense"

Empiezo por lo positivo. El Tianguis Turístico México-Mazatlán 2018 fue un éxito rotundo. La organización y los resultados así lo confirman: los “tianguistas” se fueron felices.

 

Tras el anuncio inaugural del Presidente  Peña Nieto que coloca a México como el sexto país más visitado por el turismo mundial, las actividades en el marco del Tianguis se distinguieron por su calidad y organización.

 

Tuvimos la oportunidad de asistir a la inauguración y compartir con los ejecutivos del  Cirque du Soleil, quienes estaban encantados con la imagen renovada del Centro Histórico de Mazatlán, la comida del Colectivo Gastronómico Sinaloense  Cosinar, la probadita del Carnaval y el Combate Naval y, sobre todo, la música sinfónica de banda dirigida por el Maestro  Patrón de Rueda.

 

Pero lo más importante es que el evento sirvió para que se sostuvieran miles de encuentros de negocio entre proveedores y compradores de la industria turística mundial. 

 

Además se hicieron anuncios que serán muy relevantes para la economía mazatleca y sinaloense en el mediano y largo plazo: la ampliación de la ruta turística a las Barrancas del Cobre, la confirmación del recurso para el dragado del puerto de Mazatlán, el interés de diversas cadenas hoteleras por invertir en el estado, la reactivación del proyecto Playa Espíritu en Escuinapa, entre otros.

 

Pero no me gustaría dejar de señalar lo que sí me pareció un exceso: el bloqueo de decenas de cuadras del primer cuadro de la ciudad por varios días debido al dispositivo de seguridad presidencial. Sabemos que los vecinos y trabajadores de la zona tuvieron serias complicaciones para trasladarse y moverse dentro de la zona. No había necesidad, de verdad.

 

Ahora, que todos esos planes y proyectos no queden en buenas intenciones y se hagan realidad, dependerá del seguimiento y la disciplina de los actores involucrados. Pero también de algo más frágil y complejo: la seguridad.

 

Y eso me lleva a lo negativo: mientras el sur del estado se encontraba blindado por las fuerzas de seguridad federales, estatales y municipales, el centro del estado literalmente, ardía.

 

Hoy tenemos evidencia que durante el fin del semana del Tianguis y días posteriores, el crimen organizado de Sinaloa aprovechó el vacío de autoridad para librar una férrea batalla por lo que se ha convertido en uno de sus principales negocios: el “huachicoleo” o comercio de combustible robado.

 

Ahí están los videos de los grupos armados hasta los dientes que montan retenes con vehículos artillados. Ahí las imágenes de los vehículos quemados. Ahí la suspensión de clases en sindicaturas completas por el miedo de la población y las instituciones a ponerse en riesgo. Ahí las denuncias públicas sobre más de una decena de jóvenes privados de la libertad en Culiacancito. Ahí los reportes ciudadanos de convoyes armados que patrullan las comunidades sembrando miedo mientras ellos delinquen. 

 

La autoridad dice que ya “peinó” la zona pero que no encontró nada. Buen chiste.

 

Esa es la dualidad sinaloense. Un sur que proyecta y vende inversión, alegría y futuro. Un centro que sobrevive entre el miedo y la vulnerabilidad.

 

Por supuesto es de celebrarse que el  warning del Departamento de Estado estadounidense excluya a la zona turística de Mazatlán y que eso permita la realización de un evento como el Tianguis Turístico. Pero no podemos olvidar que la realidad cotidiana de Sinaloa no es el Tianguis, sino lo que está sucediendo en El Tamarindo o Culiacancito. Zonas donde ahora los niños y jóvenes no pueden ni ir a la escuela.

 

Reconozcamos lo que se ha hecho bien, pero todavía falta mucho para que Sinaloa sea de verdad atractivo para la inversión y el turismo como un estado completo. Mazatlán no puede venderse como una burbuja paradisiaca en medio de la violencia, esa burbuja tarde o temprano se romperá. 

 

Falta infraestructura sí, falta educación también, pero sobre todo falta seguridad, mucha seguridad.