La madurez es muchas cosas: primero, es la habilidad de aplicar el juicio de cada quien hacia lo que le rodea.
Madurez quiere decir: seleccionar el curso de acción que nos dará dividendos más tarde; una de las características de la infancia es lo quiero ahora. La gente ya madura, sabe que debe esperar.
La madurez es la virtud de sostenerse en un proyecto o situación hasta que cristalice o llegue a su fin. El adulto que constantemente cambia de trabajo, de amigos, de esposa o esposo, no es maduro; no puede sostenerse en un punto porque no ha crecido; la madurez es la capacidad para encarar lo no placentero, los problemas, las frustraciones que nos da la vida; la incomodidad, la derrota, sin quejarse ni desmayar.
La persona madura sabe que no lo puede tener todo a su gusto y estará dispuesta a aplazar cualquier circunstancia al paso del tiempo; la madurez es la audacia de consagrarse cada quien a sus responsabilidades y poder depender de sí mismo.
La madurez quiere decir tener palabra; ¿acaso es madura una persona que diga mentiras por temor a ser reprendida o despedida?
El mundo está lleno de gente con la cual no se puede contar. Gente que nunca estará contigo en las malas. Gente que rompe sus promesas y sustituye con excusas las fallas de sus acciones. Esta gente o llega tarde o tal vez no llegue jamás, son confusos y desorganizados; sus vidas son un laberinto caótico.
La persona madura rehúsa conformarse con la mediocridad, prefiere tirar hacia la altura, aunque pueda errar el tiro, que tirar hacia abajo y pegarle al blanco.
La pregunta que nos debemos hacer: ¿soy una persona madura?
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