"Filosofía y modo de vida"

El desencanto que muestran muchos adolescentes y jóvenes hacia la filosofía es porque se les muestra como un conjunto de sistemas teóricos de misántropos pensadores que se especializan en determinados y abstractos temas, pero que no tienen repercusión directa ni representan un interés vivencial.

 

En sus orígenes, en cambio, es evidente que el pensamiento filosófico germinó debido a inquietudes cosmológicas y antropológicas comunes a ambos interlocutores, en las que se intercambiaban puntos de vista en discusiones estructuradas en forma de diálogo.

 

Además, y esto es lo fundamental, el diálogo tenía la finalidad de que la enseñanza extraída en ese intercambio incidiera directamente sobre la vida. La filosofía, más que un conocimiento teórico o una doctrina sistémica, constituía una manera de vivir. Por tal motivo, no se imponían verdades abstractas, sino que se motivaba al interlocutor para que él mismo participara en la profundización de un conocimiento que se pusiera en práctica en una comunidad.

 

“El discurso filosófico se origina por tanto en una elección de vida y una opción existencial, y no a la inversa. En segundo lugar, esta decisión y esta elección jamás se hacen en la soledad: nunca hay ni filosofía, ni filósofos, fuera de un grupo, de una comunidad, en una palabra de una ‘escuela’ filosófica”, señaló Pierre Hadot.

 

“No es la filosofía un arte propio para alucinar al pueblo ni para la ostentación; no consiste en palabras sino en obras. Ni tampoco tiene por objeto hacer pasar el tiempo distraídamente ni disminuir el tedio de la vagancia, antes bien forma y moldea el alma, ordena la vida, nos muestra lo que debemos hacer y lo que no, se sienta al mando y dirige la ruta entre las dudas y fluctuaciones de la vida”, especificó Séneca.

 

¿Defino mi opción existencial?