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"Opinión"

"Gobierno paralizado"

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05/12/2016

    Roberto Blancarte

    Si uno revisa la historia de los populismos de derecha, se encuentra con ciertas similitudes. La más preocupante, a pesar de las innegables diferencias existentes, es la de Adolf Hitler con Donald Trump. Hitler, como Trump, llegó al poder usando a la democracia para, una vez allí, destrozarla.
     
    Aprovechó el justificado descontento de los alemanes y lo unió a un ancestral antisemitismo, junto con otros ingredientes populistas, para alcanzar una victoria electoral mínima, después de una década caótica y en medio de una crisis económica sin precedentes. El Presidente de la República de Weimar, Hindenburg, lo nombró Canciller, con la venia de muchos otros dirigentes políticos, empresariales y militares, quienes consideraban a este ex golpista, como un payaso o un tonto útil. 
     
    Decían, entre otras cosas, que una vez nombrado Canciller, Hitler se moderaría por el peso propio del puesto y que no cumpliría todas las atrocidades que prometía en sus campañas políticas. Se equivocaron. En cuanto pudo, Hitler eliminó físicamente o encarceló a todos los miembros de la oposición, desde los comunistas y socialistas, hasta los liberales moderados que no se le unieron. 
     
    A muchos los envió a campos de re-educación y a otros los obligó a entrar en la lógica de un régimen totalitario. Muchos lo aplaudieron y terminaron creyendo en él. Y desde que pudo, comenzó a perseguir a los judíos, lo cual conduciría a la llamada “solución final” y el exterminio de seis millones de ellos. Con todas las diferencias que podemos observar en los Estados Unidos de América de hoy, como la fortaleza de su sistema democrático, la existencia de contrapesos, un federalismo que preserva autonomías locales y más de la mitad de la población en contra, lo cierto es que el personaje se le parece demasiado. 
     
    Un tipo que amenaza a los medios de comunicación y se pelea con actores, lo que dice mucho acerca de su idea de la libertad de prensa y de expresión. Alguien que evidentemente no quiere ni a México ni a los mexicanos. La xenofobia de Trump se ha dirigido contra nosotros y está avalada por su camarilla. Nosotros somos lo que para Hitler eran los judíos: los culpables de los problemas de Estados Unidos. 
     
    ¿Qué está haciendo nuestro Gobierno para contrarrestar esto? Nada. Para dar un ejemplo, confunde protección consular con política exterior. Y está prácticamente paralizado. Rogándole a la Virgen que lo peor no suceda.
     

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