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"Opinión"

"Historia de una frontera sin balas"

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    Las maquilas en Juárez dan trabajo a cientos de miles de mexicanos que vinieron a la frontera a buscar una mejor forma vida. Día y noche los camiones de personal van de aquí para allá, las líneas de producción son 24 horas, no paran, “time is money” dicen los gerentes de la producción tradicional. Juárez tiene dolorosas cruces de color rosa sembradas y la historia de un temible cartel tatuada. Pero una generación está dispuesta a cambiar la historia con los vibrantes colores de la esperanza. 
     
    Llegué acá en medio de una ventisca que sacudió el aterrizaje del avión. Así es la temporada me dijo una pasajera, en esta frontera sopla el viento con todo y tierra del desierto. Enfilé a mi asunto, rumbo a un corporativo privado que generó un interesante “ecosistema de emprendimiento” se llama Technology Hub y ésta es su historia. 
     
    Enfrente de un hotel abandonado está un complejo de oficinas de 10 mil metros cuadrados, tiene dos secciones de estacionamientos y unos cajones pintados de verde. “Ahí se estacionan nada más los carros eléctricos joven”, le dijo el guardia al conductor del Uber al que le pedí esperarme por si no encontraba a mi contacto. Salieron a recibirme y de inmediato al tema, para la gente de negocios el tiempo es un recurso valioso e irrecuperable.
     
    “Esto es Technology Hub, bienvenido” al tiempo que mi vista se perdía entre un montón de oficinas separadas por cristales transparentes y espacios comunes con sillones tipo puff y hamacas para descansar. A mi derecha un barda de concreto reforzado con una ventanilla de vidrio de alto blindaje. Lo pensé pero no lo dije ¿de quién será esa oficina?, seguí caminando hasta una sala de juntas donde me esperaban ya algunas personas dedicadas a la robótica.
     
    “Queremos hacer de Juárez la capital nacional de la automatización, queremos romper el paradigma y convertirnos en un ciudad pionera para la robótica y la mecánica industrial”. Poco a poco entendía que estaba sumergido en un espacio de confluencia común entre directivos, creativos, trabajadores no convencionales, desarrolladores, innovadores y estudiantes que hacen del Hub una extraña comunidad de emprendimiento. ¿Pero por qué las bardas y los vidrios antibalas?
     
    El CEO de la empresa, Ricardo Mora, amablemente nos ofreció un recorrido, lo que había visto era apenas el principio, el lugar estaba lleno de posibilidad creativas y espacios lúdicos de uso común. Futbolitos, un tobogán para bajar en lugar de la escalera, un tubo de bomberos que conecta una oficina del segundo piso con el primero y un campo de mini golf en la azotea. Pregunté ¿para todos? Para el que quiera jugar golf me dijo Ricardo; empleado, ejecutivo o director los espacios comunes son para todos. 
     
    En el recorrido, nos decía; aquí está la empresa fulana que se dedica a tales cosas, aquí están las oficinas del corporativo tal que hizo aquí o allá, ese el director general de tal empresa y como verán tiene un particular gusto por las figuras de star wars y así caminamos por pasillos entre cubículos abiertos, transparentes y frescos. Minimalismo puro. “Esto es un ecosistema emprendedor, no necesito describírselo, aquí hay muchas redes tejidas. Redes comerciales, laborales, creativas, productivas, afectivas y hasta artísticas. Les suena extraño pero no lo es, por ahí va el futuro, aquí se están generando millones de pesos, cada empresa va por lo suyo en un ambiente de competencia y colaboración. Aquí el talento se aprovecha y se fomenta el tiempo del relax, alguien puede estar jugando en aquél futbolito y cerrando, al mismo tiempo, un trato de millones de dólares, las posibilidades son infinitas. Aquél que come chocolate en una hamaca puede estar pensando en la patente de un nuevo software o en su novia, eso es asunto de él”. 
     
    Soy sinaloense capaz de sorprenderme, tengo amigos que entienden mucho mejor esto del emprendimiento que yo, para ellos y para ustedes es que comparto esta pequeña historia. Juárez está cambiando porque prendieron una luz de este lado de la frontera, es la luz del atrevimiento y la perseverancia, del valor de fracasar, es la luz de las ideas que desplazan poco a poco a la violencia. De frente a una bandera mexicana que ondeaba triunfante recordé las bardas y los blindajes, el buen Rudy nos dijo: “Este era suelo americano, era el consulado y ahí estaba la bandera americana, ahora es nuestro y de nosotros depende hacerlo mejor que ellos”. Con admiración y cariño para los hombres y mujeres de ese mentado Hub donde aprendí tanto en tan poco tiempo. Luego le seguimos...
     
     

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