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"Dueñez* Empresaria"

"Ingresos diferentes"

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DUEÑEZ* EMPRESARIA

    Si soy de “arriba”, gano mucho; si soy de “abajo”, gano poco.
    Este artículo también trata de un conflicto empresarial de interés, con trasfondo ético, como lo fue el artículo anterior de esta serie: “Oferta y demanda”. En ambos se habla de la importancia del dinero.
    Nuestra forma de vivir depende mucho del dinero que tenemos. Y como éste se esfuma cada vez con mayor rapidez, importa mucho que nuestros ingresos sean mayores que nuestros egresos.
    El problema es que los ingresos de las personas son muy diferentes. Hay quienes ganan millones, y quienes padecen indigencia hasta los extremos de la miseria e incluso de llegar a morir de hambre. Unos nueve millones de personas mueren anualmente de hambre en el mundo. Además, la mayor parte de la humanidad padece hoy alguna forma de indigencia. La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor.
    La gravedad ética del problema (egoísmo) es que hay suficiente para todos, pero en la tónica mundial los que más tienen no quieren ayudar a resolver el problema de los que menos tienen. Ayuda que no consiste sólo en dar el pez, sino sobre todo en enseñar a pescar; pero con la advertencia de que hay que dar el pez al menos mientras se enseña a pescar. De otra forma, aquel a quien se enseña a pescar se muere de hambre antes de que aprenda.
    Hoy se dan casos extremos, como tirar al mar toneladas de comida, para controlar su precio, aunque haya millones que no tengan qué comer. Motivo de lo cual es el dinero.
    Vivimos en una guerra, o gran competencia, por controlar y quedarse con el dinero. Mientras el interés de muchos es trabajar en actividades necesarias o útiles, el interés de algunos consiste en trabajar para quedarse con los ingresos que deberían recibir los primeros. Por ejemplo, un escritor recibe alrededor del 8 por ciento de la venta de sus libros, mientras que el restante 92 por ciento se lo quedan las editoriales y las librerías. Menos mal que internet ha venido en ayuda de los escritores. Y así en muchos otros casos.
    Además, los ricos son quienes legislan, obviamente, en beneficio de ellos mismos. Los gobiernos de los países han intervenido para aminorar tales abusos. Sin embargo hoy, debido a la globalización, los gobiernos nacionales poco pueden hacer en los ámbitos internacionales, que son cada vez más. Y no sólo en las leyes, sino también en la cultura y la opinión pública, con la ayuda de los medios de comunicación y de los gobiernos venidos a menos, se difunden y aceptan costumbres que favorecen a los ricos en detrimento de los pobres, con la consecuencia de que los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres.
    Esta tremenda competencia por el dinero hace que la clase alta se vaya haciendo menor, dado que los que van perdiendo van pasando a convertirse en clase media; y la clase media se va convirtiendo en clase baja. Son pocos los que suben, y muchos los que bajan.
    Por ejemplo, hace décadas muchos jóvenes recién casados podían vivir dignamente e incluso comprarse una casita. Hoy, en cambio, es difícil ganar lo suficiente para vivir dignamente, y mucho más difícil es comprarse una casita. Hay que posponer los matrimonios a fin de poder vivir como vivían sus familias de origen. La causa es que los ricos adquieren los bienes raíces, y otros bienes, y aumentan sus precios para ganar más dinero y hacerse más ricos.
    Así se ha logrado que se acepten cosas muy injustas y poco éticas, como que los mismos objetos se compren barato por los ricos, y caro por los pobres. Que al invertir en los bancos (prestarles dinero) éstos nos den alrededor de un 4 por ciento de interés, o menos; mientras que los bancos nos prestan con intereses de hasta más del 40% (tarjetas de crédito).
    Y en las empresas se ha difundido y aceptado que los mayores ingresos los tengan los de “arriba”: dueños, altos ejecutivos y ¡ventas! (porcentajes, bonos, etcétera). Mientras que los de “abajo” tienen muy inferiores ingresos (sueldos fijos), aunque tengan la misma escolaridad y experiencia, y que trabajen al máximo, y que sin su trabajo la empresa también se hunda, ya que no podría haber ventas.

    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

    c_dumois@cedem.com.mx        http://www.cedemgroup.com.mx

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