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"Opinión"

"Iniciativa 574: cambiar el blanco"

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    México está en un momento crítico. La creciente ola de violaciones graves de derechos humanos, los escándalos relacionados a la corrupción y las evidencias de una cleptocracia cada vez más sofisticada van destruyendo la confianza en la clase política.
     
    Tome Usted el índice, encuesta o estudio de opinión que guste y confírmelo. La aprobación de las policías, ministerios públicos, diputados o presidentes municipales es raquítica. A fuerza de abusos y excesos, diría yo.
     
    No es gratuito que se haya escrito hasta el cansancio sobre las implicaciones de la saturación de escándalos y la pérdida de la capacidad de asombro de nuestra sociedad. Hasta ahora, por ejemplo, la crisis por el tema del espionaje le está saliendo barata al Gobierno de Peña Nieto. Lo mismo que las largas alianzas que sostuvo con personajes como Borge, los Duarte o el propio Yarrington. Qué decir de Ayotzinapa, Casa Blanca o la fuga de “El Chapo”.
     
    También están los moches, los alcaldes con súper sueldos, los diputados que aprobaron cuentas públicas sin ver y que recibieron dinero por hacerlo. Pero los escándalos no son a los políticos lo que la criptonita a Superman. Entrados en la metáfora, todo lo contrario, hasta parece que son como las espinacas a Popeye.
     
    En fin. Todo apunta a la descomposición de un sistema que en vez de encontrar soluciones va acumulando pifias. Y que lo único que mejora es su capacidad para producir y reproducir la impunidad.
     
    En foros de discusión he escuchado el argumento de que este país ha pasado tragos más amargos, que la corrupción no es reciente, que hemos tenido otros pasajes de sanguinaria violencia o que las carencias de la clase política se han desplegado en ocasiones previas.
     
    Puede ser. Pero en épocas pasadas las supuestas soluciones no se habían explorado. O, dicho de otra forma, se justificaban los retrasos en el país porque había muchas reformas pendientes. Después llegaron todas con su contundente impotencia. Y en 20 años, las hemos tenido en el tema que guste: electoral, energética, penal, en derechos humanos, educativa, municipalista, hacendaria, seguridad pública.
     
    De reforma en reforma fuimos creando un molote legal que pocos entienden, pero que es eficiente en una cosa: dejó intocada la estructura de abuso de poder. De poco nos ha servido crear una manada de órganos constitucionales autónomos e instancias reguladoras.
     
    La mayoría de las instituciones creadas para controlar el poder no evolucionaron más allá del folclorismo burocrático. Las reformas electorales apenas alcanzaron para crear una industria de gasto público entorno al voto. En suma, sofisticamos las maneras en las que los mismos se intercambian el poder.
     
    Por eso soy de la idea que hace falta sacudir de otra forma a la clase política. Si el formato actual no lo permite, hay que darle un giro a la tuerca para encontrar cómo construir otras formas de oposición política. Una que sea digna y capaz de ser un contrapeso en el Congreso y en las elecciones. Hay que acomodarle una zarandeada a los diputados locales y a los presidentes municipales rapaces y sometidos históricamente a caciques locales y al propio Gobernador.
     
    Y me parece que ese es el valor de la Iniciativa 574, un proyecto de cambios legislativos que ciudadanos impulsan en Sinaloa. En su propósito de transformación, apuntan a otro blanco. Me parece una apuesta muy interesante y con mucho potencial por construir contrapesos reales, para tener un Poder Legislativo y regidores que hagan su chamba, y no que sean avales de la opacidad y malos manejos.
     
    Twitter@nomus77

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