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"Opinión"

"¿Resistirán las instituciones de Estados Unidos?"

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18/01/2017

    Carlos Elizondo Mayer-Serra

    La ley más importante de todas “no se graba ni en mármol ni en bronce, sino en el corazón de los ciudadanos...”.  Son palabras de Rousseau en El contrato social. Es más fácil gobernar cuando los ciudadanos han internalizado los valores implícitos de la ley que cuando ésta busca cambiar las costumbres de una sociedad. 
     
    Lo mismo se puede decir del gobernante. Importan más las restricciones internas de un líder, construidas a partir de su educación política, valores éticos y práctica profesional que las reglas diseñadas para limitar sus acciones. Estados Unidos nunca ha sido gobernado por un empresario entrenado en el arte de negociar desde el poder y sin importarle gran cosa las reglas. 
     
    Mañana inicia el experimento político más significativo de las últimas décadas. ¿Podrán resistir las instituciones de Estados Unidos a un Presidente que tiene grabado en su corazón los principios del poder, la riqueza y el abuso sin importar los medios para llegar a ellos? 
     
    Para Estados Unidos, un populista de derecha es una novedad. Son moneda común en otros países y muchos han recientemente logrado imponer su visión del país, la cual según el intelectual polaco Sławomir Sierakowski, tiene cinco premisas, ( https://goo.gl/OkY57r). 
     
    La primera es construir una base social amplia con políticas redistributivas. En el caso de Trump esa es la genialidad de promover el proteccionismo como defensa del obrero americano desempleado. Está por verse si genera esos empleos sin destruir más en el camino. El resto de su agenda, desde desmantelar el Obamacare, hasta su propuesta de eliminar el impuesto sobre la renta para las empresas, parece ir contra la posibilidad de construir esa base popular. 
     
    La segunda es imponerse sobre las instituciones liberales que parten de la premisa de la necesidad de los pesos y contrapesos, la pluralidad y la crítica. Trump va a tratar de nombrar ministros de la Suprema Corte y magistrados federales de extrema derecha.
     
    La tercera, ganar elecciones con las reglas más favorables para su propia causa. El Senado es republicano a pesar de que este partido obtuvo menos votos que los demócratas. No sólo van a defender las reglas que les son tan favorables, sino tratarán de ampliar su ventaja, rediseñando los distritos electorales, por ejemplo.
     
    La cuarta es la irrelevancia de los datos y el análisis. Trump ganó desde la ignorancia y la mentira. En el poder va a erosionar la libertad de prensa y ampliar su capacidad de inventar noticias sin escrúpulo alguno.
     
    La quinta es apelar al nacionalismo. Trump obtuvo la mayoría del voto de la población blanca, tanto hombres como mujeres, exacerbando el racismo, y va a tratar de cerrar lo más posible las fronteras a la migración.  
     
    Si bien la independencia de la burocracia en Estados Unidos es mayor que en Turquía o Polonia, en sus nombramientos de gabinete se asoma el intento de limitarla. Para dirigir la Agencia de Protección Ambiental ha nominado a Scott Pruitt, quien niega el cambio climático. Para regular a los bancos, a un banquero. Los funcionarios en éstas y otras instituciones tendrán que mostrar que son capaces de mantener la independencia técnica en sus decisiones, aunque Trump tratará de despedirlos e imponer a sus leales.
     
    Los republicanos tienen la mayoría en ambas cámaras. Está por verse si están dispuestos a pelearse con un Presidente recién inaugurado. No parece haber apetito para frenarle a sus nominados que hasta ahora se han presentado en el Senado para su ratificación.
     
    El Presidente de Estados Unidos tiene en muchos ámbitos más poder que el mexicano. Puede alegar daño a un productor local e imponer aranceles extraordinarios, la investigación para ver si es cierto empieza después. Este poder ha sido usado en general con responsabilidad. ¿Qué uso puede tener en manos de Trump?
     
    Trump tendrá, como nunca, el poder del púlpito. Para poder comunicarse con sus seguidores, Hitler requería organizar grandes y complicados mitines. A Trump le basta un tuit. Tiene 20 millones de seguidores. Llega a todos los medios de comunicación del mundo en minutos. 
     
    Gobernar Estados Unidos, sin embargo, es complejo. Los estados tienen más poder que en México. Hasta ahora ha dicho lo que ha querido sin tener que hacerse responsable de nada. A partir de mañana, muchos de los problemas los tendrá que resolver él, tanto los que sean producto de su verborrea y sus conflictos de interés, como los que provengan de las políticas que quiere implementar o simplemente de los eventos que sucedan, desde un huracán a un acto terrorista. 
     
    Con tan poca tolerancia a la crítica, tan incapaz de escuchar la opinión de expertos, tan poco estudioso de los temas sustantivos, con una agenda de transformación tan ambiciosa en el mundo y dentro de su propio país y sin experiencia de gobierno, el reto parece insuperable. Pero Trump ganó el año pasado batallas que parecían imposibles de conseguir. Veremos.
     
    @carloselizondom
    Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

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