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"Opinión"

"Japón conmociona al mundo con el candidato robot. México lleva años con esa misma fórmula"

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    Un robot ha sido nominado como candidato para la prefectura de Tama, en la ciudad de Tokio. Su campaña se basa en la promesa de que será “justo y balanceado” para todos aquellos que representará (como todos los candidatos).
     
    Un robot (autómata) es una máquina capaz de ser programada por una computadora para realizar tareas complejas de manera automática. Los robots pueden ser controlados por un dispositivo externo o tenerlo incluido en su sistema.
     
    Estos artefactos pueden ser diseñados para tener forma humanoide, pero la mayoría son máquinas construidas para realizar tareas en donde la fisionomía humana no serviría de nada (además de que es egocentrista crear algo a tu imagen y semejanza). 
     
    No hay que confundir robot con inteligencia artificial (“IA”, término acuñado por John McCarthy, padre de la IA). La IA es aquella que se encuentra en un dispositivo, y es definida como un programa capaz de percibir su entorno y tomar acciones que le permitirán maximizar la eficiencia con la cual lleva a cabo sus actividades. Usualmente se aplica la IA para mimetizar funciones cognitivas que realizamos los humanos, tales como aprender o resolver problemas.
     
    La primera forma de IA fue desarrollada por Alan Turing, un aparato diseñado para descifrar el código de la máquina Enigma (dispositivo utilizado por el ejército Alemán para encriptar mensajes durante la Segunda Guerra Mundial).
     
    Actualmente existen distintas compañías trabajando en el desarrollo de la IA, una de las más prominentes es “DeepMind” (adquirida por Google). Sin embargo, todavía estamos muy muy lejos de crear una IA capaz de replicar la complejidad del cerebro humano, así que Skynet probablemente no nos tocará. 
     
    El término “robot” fue un término utilizado para referirse a un “autómata artificial” en la obra checoslovaca “R.U.R.”, de Karel Capek. La palabra “robot” deriva de la palabra eslava “robota”, la cual significa “obrero forzado”.
     
    La premisa de la obra era que la tecnología permitiría la creación de cuerpos humanos artificiales carentes de alma, programados para servir a su amo. 
     
    En México, utilizar este tipo de entes en la política no es nada nuevo.
     
    Tomemos como ejemplo a nuestro Presidente, Enrique Peña Nieto, una carcasa vacía diseñada para simpatizar al público femenino (junto con una esposa diseñada para simpatizar al público masculino), carente de alma, inteligencia, y programada para servir a su amo (uno infiere que es Carlos Salinas).
     
    Asimismo, podemos encontrar a muchos políticos y servidores públicos con este perfil, repartidos por todo el territorio mexicano.
     
    Durante las campañas políticas, los mercadólogos utilizan la misma técnica de marketing que los ingenieros robóticos para que sus productos sean aceptados por el público. Darle una imagen humana a los políticos/robots nos hace creer que poseen un grado de inteligencia, pensamiento propio, y criterio para realizar las tareas para las cuales están creados (servir a la humanidad).
     
    Los robots pueden ser autónomos, una característica que necesitamos en nuestros políticos. 
     
    Requerimos de gobernantes que estén libres del control ejercido por los políticos anquilosados en la estructura política mexicana y por los empresarios cuyo único propósito es generar ganancias a costa de sus consumidores, empleados y medio ambiente. Y así como es el caso con los robots, precisamos de políticos que sirvan a la humanidad y no a sí mismos o sus cuates.
     
     

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