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"Opinión"

"La cátedra Maluma"

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    A Vianey
     
    Si hace unos cuantos meses vetó la proyección de la película “La bella y la bestia” porque promovía “contenido gay”, a nadie debería extrañar que el gobierno malayo ahora haya vetado la difusión de la canción “Despacito”, que interpretan los reguetoneros Luis Fonsi y Daddy Yankee.
    Las razones argüidas por el gobierno de Malasia son simples de entender: “La canción contiene un alto contenido sexual y promueve ideas contrarias a los valores de nuestra nación”. ¿Tal decisión encarna un esfuerzo realista por la defensa de la moral pública?
    Más allá de las pretensiones morales, esta decisión gubernamental me parece poco realista, ya que el pegajoso reguetón de Fonsi y Yankee lleva más de 4 mil 600 millones de reproducciones vía streaming, de ahí que el gobierno malayo deberá articular una estrategia mucho más inteligente y robusta para “mantener a raya” la influencia de este par de reguetoneros. Lo digo no solo por la porosidad de las redes sociales, sino por la velocidad con la que circulan otros “hits” que resultan ser tan pegajosos como el tantas veces bailado “Despacito”. Me explico.
    El pasado seis de abril, Luis Pérez, Gobernador de Antioquia, Colombia, entregó a Maluma la condecoración “Escudo de oro”, por ser un “icono de la nueva generación de jóvenes y referente del género urbano latino”. El mensaje del Gobernador remató con lo siguiente: “Maluma reta a la juventud a pensar, fluir, a desacomodar la imaginación y a mostrar el poder de la superación”.
    Si uno se queda con el Maluma que a los 23 años ya recibió premios y nominaciones como el Grammy Latino, el Billboard de la música latina, el MTV Europe Music Award, el Latin American Music Awards, el Kid Choice, el Premio lo nuestro y el MTV Millenialls Adwards, podríamos entender el asombro y admiración que siente el Gobernador López, pero, si analizamos con algún detenimiento ciertas canciones de Maluma, resulta muy difícil entender por qué fue reconocido como el icono de la nueva generación de jóvenes latinos. Va un par de ejemplos de las lindezas que reguetonea Maluma.
    En la canción “Cuatro Babys”, acompañado de sus amigos F.T. Noriel Bryant Myers y Juhn, Maluma nos deleita el oído con la siguiente lírica:
    “Ya no sé que hacer. No sé con cuál quedarme. Todas saben en la cama maltratarme 
    Me tienen bien, de sexo me tienen bien. Estoy enamorado de cuatro babies. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero. Dos son casadas. Hay una soltera. La otra medio psycho y si no la llamo se desespera. [...]La primera se desespera. Se encojona (enoja) si se lo hecho afuera. La segunda tiene la funda. Y me paga pa’ que se lo hunda. La tercera me quita el estrés. Polvos corridos, siempre echamos tres. A la cuenta de una le bajo la luna. Pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez. [...] Ya estoy metío en un lío. A todas yo quiero darle. Me tienen bien confundío. Ya no sé ni con cuál quedarme. Y es que todas maman bien. Todas me lo hacen bien. Todas quieren chingarme encima de billetes de cien. Me tienen en un patín, comprando en San Valentín. Ya me salieron más caras que un reloj de Ulysses Nardin. Es que la babies están dura y ninguna de las cuatro se ha hecho completa. Dos tienen maridos y ninguna de las dos al marido respetan. Cuatro chimbitas. Cuatro personalidades. Dos me hablan bonito. Dos dicen maldades. Diferentes nacionalidades. Pero cuando chingan gritan todas por iguales. Quiere que la lleve pa’ medallo. Quiere que la monte en carros del año. Que a una la coja. A la otra la apriete. Y a las otras dos les dé juntas en el baño. [...]”.
    Y “las cuatro Babys” nos supieron a poco, hay que escuchar “Felices los cuatro”; van unos cuantos fragmentos para que se anime a buscarlo en la red, vea el video y haga el juicio que mejor le parezca:
    “Apenas sale el sol y tú te vas corriendo. Sé que pensarás que esto me está doliendo. Yo no estoy pensando en lo que estás haciendo. Sí somos algo, y así nos queremos. Si conmigo te quedas o con otro tú te vas, no me importa un carajo, porque sé que volverás. Y si con otro pasas el rato Vamo’ a ser feliz, vamo’ a ser feliz, felices los cuatro. Te agrandamos el cuarto. [...] Yo te acepto el trato. Y lo hacemos otro rato. Y lo hacemos otro rato. [...] Lo nuestro no depende de un pacto, disfruta y solo siente el impacto, el boom boom que te quema, ese cuerpo de sirena. Tranquila que no creo en contratos (y tú menos). Y siempre que se va, regresa a mí. Y felices los cuatro. No importa el qué dirán, somos tal para cual. Y si con otro pasas el rato. Vamo’ a ser feliz, vamo’ a ser feliz, felices los cuatro. Te agrandamos el cuarto. Y si con otro pasas el rato. Vamo’ a ser feliz, vamo’ a ser feliz, felices los cuatro. Yo te acepto el trato [...] No importa el qué dirán, nos gusta así. No importa el qué dirán, somos tal para cual. Así lo quiso el destino Mami”.
    A decir verdad nunca he sido un mojigato, ni alguien que promueva el conservadurismo moral, sin embargo, tampoco puedo negar que la lírica de este par de canciones resulta vomitivo. La manera en que cosifica y degrada a la mujer, así como la insensibilidad hacia cualquier forma de compromiso, puede provocar que muchos adolescentes pierdan de vista el sentido del amor; específicamente el amor que se da entre una pareja.
    Este último asunto lo pude ver con mayor claridad, gracias a una conversación extendida que he tenido con una sobrina de 19 años, la cual ha visto que la “malumización” en las relaciones está a la orden del día. Dicho en sus propios términos: “cuesta mucho trabajo tener una relación seria; son muy pocos los jóvenes que quieren algo formal; ahora lo normal es querer pasar un rato y listo”. No lo dije yo, lo dijo una estudiante de ingeniería de 19 años.
    Para mi sorpresa, esta querida sobrina me compartió una respuesta que podría servir de antídoto a la cátedra malumiana: “El buen amor en la pareja” de Joan Garriga.
    Aunque el título suena moralino, su contenido está muy lejos de serlo, ya que el autor propone el cultivo de relaciones que posibiliten el bienestar, la confianza, el respeto, el deseo de la felicidad compartida, el trabajo conjunto para sortear los muchos obstáculos a los que nos enfrentamos en la sociedad actual.
    No le diré más del libro; mejor léalo para que usted valore y tome de él lo que considere pertinente, si tiene hijos o hijas que ya traen los audífonos puestos escuchando alguno de los últimos hits del “Maluma Baby”.
     

    @pabloayalae

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