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"Opinión"

"La cultura organizacional y la anticultura de la desorganización y la descoordinación"

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16/02/2018

    Rafael Morgan Ríos

    cp_rafaelmorgan@hotmail.com

     

    En muchas de las acciones y declaraciones de los gobernantes de los tres poderes y de los tres órdenes de Gobierno, se aprecia una desorganización y una falta de coordinación en instituciones, dependencias y funcionarios públicos. En varias de las veces aparece una descoordinación por envidias, por cotos de poder, por inercia y por falta de capacitación de funcionarios y empleados pero, muy comúnmente, por conveniencia y por corrupción.

     

    La frase de “a río revuelto ganancia de pescadores”, adecuadamente se puede aplicar aquí, pues en el desorden se aprovechan los de adentro del Gobierno y los de afuera, ya que además de corrupción e ineficiencia se propicia la impunidad, pues en el desorden no se sabe “dónde quedó la bolita”, dificultándose el castigo correspondiente.

    En el mejor de los casos, a la falta de capacitación se agrega el exceso de trabajo y de atribuciones así como a la falta de información sobre las decisiones, programas y políticas que emiten los jefes, así como por desconocimiento de metas y objetivos.

     

    Una parte de la descoordinación la proporciona el personal sindicalizado que está más atento a las directrices sindicales que a la de los propios jefes del Gobierno. La protección sindical exagerada ha convertido a buenos funcionarios y empleados en personas sin compromiso y sin responsabilidad en el servicio, pero además genera una falta de respeto a la autoridad y a la estructura de mando interior.

    Igualmente causa desorden y desorganización el burocratismo, también más atento a la comodidad personal y a las rutinas de trabajo que al buen servicio, a la eficiencia y a la innovación; personal que tiene años en el mismo puesto, sin reconocimiento ni posibilidad de ascender, terminan por no tener motivaciones para crecer y para hacer mejor su trabajo.

     

    Todo lo anterior ha creado una anticultura de la desorganización y de la descoordinación en la administración pública.

    Ante ello se requiere crear e impulsar una cultura organizacional que debe incluir la capacitación y la información del personal; establecer un sistema armonizado de Control Interno en todos los ámbitos de la Administración Pública para crear, al interior de las instituciones y dependencias, un buen ambiente de trabajo, con una adecuada Gestión de Riesgos; que prevenga la corrupción, la ineficiencia, el desorden y la descoordinación; en donde el personal esté consciente de sus funciones y atribuciones, así como de su lugar en la estructura organizativa y que tenga bien claros los objetivos y metas que se pretende alcanzar; en donde existan protocolos para atender riesgos de accidentes, de fenómenos naturales, de terrorismo y narcotráfico, así como ante problemas internacionales sean económicos o políticos; y por cambios presupuestarios, jurídicos y de innovación tecnológica.

     

    Por ejemplo, todo funcionario público debe estar informado sobre las nuevas obligaciones y funciones que se vienen con los tres nuevos Sistemas Generales: el de Transparencia, el de Anticorrupción y el de Fiscalización, pues la sociedad está exigiendo su cumplimiento. Igualmente se tiene la innovación del llamado Open Government, gobierno abierto en el que las “cosas públicas” reservadas sean la excepción y no lo más común; también se debe implementar el gobierno electrónico en el que todo se pueda digitalizar y operar a través de sistemas computacionales armonizados y recibir y otorgar servicios en forma automática, con rapidez y seguridad. Le urge a toda la administración pública capacitar al personal en el uso y manejo de computadoras y en sistemas electrónicos y en las innovaciones en la información.

     

    La administración pública federal debe estar consciente de la urgencia de armonizar sistemas e información contable con estados y municipios y para ello ya existe La Ley de Contabilidad Gubernamental, que por muy diversos “motivos” no se ha podido aplicar a pesar de los constantes fraudes y corrupción en el gasto público. Igualmente los gobernantes estatales deben aceptar la organización armonizada con la federación y llevarla subsidiariamente a la administración municipal donde existen las mayores carencias.

     

    Urge la implantación de un buen servicio civil de carrera y el respeto a la autoridad; eliminar el burocratismo paralizante y coordinar los objetivos sindicales con los de la administración pública, de modo que se institucionalice una cultura organizacional que pongan orden, control y supervisión en el gobierno.

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