"La fotografía de un país enfermo"

Las noticias se suceden una a una: aparte de la violencia cotidiana, del peso diluyéndose en una sangría sin parar, de una inflación a la alza, también llegan las noticias más difíciles de escuchar, las que son resultados de estudios, de temas que sólo se pueden medir después de cierto tiempo y gracias al esfuerzo de especialistas en las diversas materias.

Un recuento nos dice que han asesinado a 3 mil jóvenes sinaloenses en los últimos seis años, otro que los divorcios se disparan año con año, otro más muestra cómo los jóvenes deciden quitarse la vida en Sinaloa, suicidios que demuestran la pérdida del sentido, de camino, de destino.

A la realidad sinaloense le sumamos los números de cada estado: violencia desatada en Tamaulipas y Guerrero, Tijuana de regreso a sus peores años de violencia, Puebla presentando a los “huachicoleros” ante el mundo, como si nos faltaran monstruos y delincuentes en el imaginario delictivo a los mexicanos.

Veracruz es un agujero insondeable donde asesinan a activistas, ecologistas y periodistas, la ciudad de Monterrey vive balaceras a la luz del día, mientras en Chihuahua el territorio infinito es utilizado para todo tipo de crímenes.

El Estado de México y la enorme y astrosa Ciudad de México son las capitales del crimen donde se puede morir de inimaginables maneras, son el agujero negro donde todo delito existe.

Y mientras México se desangra, nuestras autoridades ciegas y sordas se pelean por un botín a dentelladas.

Ya nada importa en las alturas de la política mexicana, los gobernadores son de una bajeza que apenan a sus gobernados, diputados y senadores podrían ser sustituidos por borrachos de cantina sin que hubiera gran diferencia.

Y en la cima de todos un Presidente ignorante, ingenuo e incapaz dirige a una orquesta desafinada y lista para abandonar el barco en cuanto termine por hundirse.