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"Notas de la diáspora china: Orlando"

"LA NUEVA NAO"

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LA NUEVA NAO
19/03/2017

    Ya sabemos que los chinos están por todos lados; en columnas anteriores he hablado de la diáspora china en México y en Estambul. Hoy toca Orlando, Florida. Realmente la estrategia es la misma en todos lados: la inmediata concentración de recursos y esfuerzos para abrir lo antes posible negocios propios, y la eventual concentración geográfica por medio de la creación de los famosos barrios chinos, o Chinatowns. Este es un patrón que han seguido los expatriados chinos en Occidente desde su llegada a las Américas en la Nao española que llegaba de Filipinas (S. 16 al 19), y más tarde en el famoso Chinatown de San Francisco (1845), desde donde se dispersaron al resto de Norteamérica. Pero mucho antes de eso ya lo hacían en su zona natural de expansión: el sureste de Asia, donde crearon grandes economías en Indonesia, Vietnam, Malasia y otros países, y donde han mantenido una importante influencia hasta hoy.

    En EEUU, Orlando es una zona relativamente nueva para los chinos, ya que la región en sí tiene pocos décadas de haber sido explotada, pero su presencia es tan fuerte como en San Francisco. Ahora bien, los barrios chinos ya no son como eran antes: una zona desde dos hasta seis manzanas que era totalmente ocupada por sus negocios y en donde también vivían en las trastiendas o en los pisos superiores. Hoy en día la parte comercial y la residencial están separadas. Siguiendo la moderna costumbre de aquí, el “barrio chino” es de hecho una plaza comercial, en donde hay restaurantes, servicios de acupuntura y masajes de pies, una escuela vespertina de idioma, un supermercado con absolutamente cualquier cosa que deseen comer de su patria, una tienda de celulares especiales para hacer llamadas a China, y un banco que maneja remesas y pagos de importaciones. La zona residencial está más o menos distribuida en colonias privadas alrededor de los campos de golf que se encuentran en la zona. Y como en el resto del mundo, los negocios familiares que han ido creciendo a lo largo de los últimos 20 años, siguen importando parientes para irlos expandiendo. El señor Huang, propietario del buffet más grande de Orlando (su restaurante sienta a 540 personas) tiene ya a ocho miembros de su familia trabajando en la administración del negocio, y no emplea más que a otros chinos de su mismo pueblo.

    Hablando con cubanos, mexicanos y puertorriqueños, que son las presencias latinas más importantes en la zona, me hacen saber que casi todos ellos trabajan en la construcción o en el sector de servicios, y que una buena parte de sus jefes son chinos.

    “Todos los chinos que conozco, les va muy bien”, dicen. Les pregunto por las comunidades o barrios latinos. “No hay, sólo nos conocemos entre nosotros, pero no hay asociaciones”. He ahí el asunto.

    El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China

    alfonsoaraujog@gmail.com

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