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"Editorial"

"La opacidad, uno de los males"

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24/01/2018

    Editorial

    Uno de los errores más comunes de quienes gobiernan es creer que la administración de los recursos públicos se convierte en un acto privado. Así, los gobernantes deciden informar lo que les permite una mayor resonancia, pero deciden ocultar lo que pueda generar dudas sobre hacia dónde va el dinero público. 

    A algunos gobernantes les gusta, por ejemplo, que se sepa que se han gastado millones de pesos en el arreglo de calles, pero les incomoda que se les pregunte y se les insista sobre gastos discrecionales, como podría ser el pago a asesores. 

    Es cierto, el asesor ayuda a orientar a quien gobierna en la toma de decisiones. Pero, ¿alguien tiene idea de al menos alguna de esas intervenciones que ha hecho? 

    Porque se sabe, por ejemplo, de la toma de decisiones de un tesorero, de un funcionario de obras públicas, de alguien que controla el comercio o, incluso, de las posturas que toman legisladores o regidores. Pero, ¿qué ha hecho un asesor? 

    Tal vez en muchos de los casos, las orientaciones que establece un asesor deberán mantenerse en secrecía, pero, ¿cuántos asesores requiere un servidor público para desempeñar el cargo de manera decente? ¿Cuántos recursos públicos deben destinarse para mantener una figura de la que se sabe poco?

    El caso de los asesores es solo uno de varios conceptos en los que los gobiernos gastan y al que apelan que se guarde discrecionalidad. 

    En Mazatlán, por ejemplo, el Gobierno de Fernando Pucheta desembolsó en el mes de diciembre 6.7 millones de pesos para el pago de servicios a asesores y consultores. Sin embargo, hasta ahora, esos beneficiarios del recurso público se mantienen “sin rostro”. 

    Entre mayor discrecionalidad reclame una autoridad para manejar los recursos públicos, más sospechas generará sobre la eficiencia del gasto. Por eso, no es casualidad que sea Mazatlán el municipio en el que más solicitudes de información se tramiten. 

    Más allá de los discursos y los mensajes, un Gobierno demuestra eficiencia cuando es capaz de hacer transparentes sus gastos y sus decisiones. Mientras se empeñe en ocultarlo, los autoelogios nunca serán suficientes para aplacar la desconfianza.

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