"Laberinto"

La ciudadanía ha expresado su inconformidad de distintas maneras; pero, las protestas contra el gasolinazo son una expresión de hartazgo social como pocas veces se ve y no podía ser de otra manera. La actitud del Gobierno evidencia falta de disposición para buscar salidas a los males que abruman a la sociedad. Es la indiferencia despótica sumada a las políticas erráticas implementas por el Gobierno de Peña Nieto.

 

Nunca se habían acumulado tantos desaciertos en un sexenio, con cargo a la ciudadanía; muchos focos rojos se han encendido en el territorio nacional, la inflación galopante no para, el desempleo y los sueldos se hacen sal y agua.

 

Debido a ello, lo que se observa es un aumento del descontento social. Las erráticas acciones de la administración federal, en su mayoría, afectan con furia a los consumidores en todas las líneas. Las medidas que se vienen aplicando, lejos de disminuir los dolores del pueblo mexicano, los hacen más grandes.

 

A eso habría que agregar la corrupción gubernamental, que ha hecho que los funcionarios y la casta política tradicional se enriquezca a ojos vistas de los ciudadanos, que ve como una desgracia la impunidad y el cinismo con que disfrutan los bienes que deberían ser de los ciudadanos, pero que el círculo del poder dilapida en beneficio propio. 

 

No queda margen de maniobra; se está cerrando el círculo. Nada frena la pobreza del pueblo y los atenuantes brillan por su ausencia. En el caso de la entidad se cuenta con importante infraestructura agrícola; aun así, muchos lugares del estado presentan escasez de recursos básicos. Eso es inconcebible dado el desarrollo en la agricultura y la ganadería en Sinaloa, dos pilares importantes para apuntalar el desarrollo sustentable.

 

Es tiempo de decisiones y, coincidentemente, la entidad y la ciudadanía en general estrena Gobernador. Una nueva administración entra al relevo para dirigir los destinos del estado; no obstante, los ciudadanos tienen más dudas que certezas acerca del nuevo Gobierno. Se presenta un equipo administrativo con un perfil desconocido en su mayor parte, con arraigo en la región de donde proviene el Gobernador, pero su capacidad está por verse. 

 

Esa característica no garantiza de ninguna manera buenos resultados. Al inicio de una administración pública es aventurado hacer juicios sobre su desempeño, pero no se puede empezar desconociendo el contexto, que es por demás de tiempo nublado.

 

Eso sí, lo que se puede adelantar, desde ahora, es que los ciudadanos sinaloenses no permitirán funcionarios mediocres; tendrá el Gobierno de Quirino Ordaz Coppel que presentar resultados en corto tiempo, la sociedad está muy sensible y no tolerará que esta vez se le vuelva a dar gato por liebre. 

 

Sin duda que la pasividad ciudadana ha terminado. La movilización de la sociedad se deja oír cada vez con mayor fuerza, exigiendo solución pronta a los problemas que afronta. No se pueden posponer por más tiempo las medidas que den luz a la agenda de los ciudadanos.

 

La movilización ciudadana es ostensible, de esa forma se avanza en hacer entender al Gobierno que se acabó el tiempo. Desde ahora, o realiza su trabajo como debe ser o la sociedad los pondrá en su lugar más temprano que tarde, no pueden seguir jineteando al pueblo impunemente, haciendo y deshaciendo a su antojo.

 

Está comprobado hasta la saciedad que sólo con la participación activa del pueblo se puede ver el trabajo serio de los gobernantes; y, en tiempos difíciles, los ciudadanos tienen derecho y aún el deber de exigir soluciones. No hay otra salida para alcanzar el anhelado bienestar de los sinaloenses que atender la problemática ciudadana, esta entidad tiene que convertirse en aquella donde sus habitantes participen y alcancen un nivel de bienestar estable. 

 

La democracia se establecerá en el país cuando la ciudadanía se decida a hacer valer su sufragio sin cortapisas y no permita que mediante artimañas se nulifique su voluntad. 

 

En tiempos de relativa tranquilidad, los gobernantes y los políticos logreros pueden hacer y deshacer a su antojo, pero en tiempos de movilización ciudadana, como la que estamos comenzando a vivir, la exigencia ciudadana pondrá en su lugar a quienes tienen la costumbre de prometer, pero no cumplir con las expectativas de la sociedad.

 

El país se encuentra en una etapa definitoria, las condiciones como nunca se han dado favorables para que se dé un cambio en la vida de la Nación, la irritación social ha llegado a un nivel que lo que menos quieren los ciudadanos es que los partidos tradicionales sigan gobernando.

 

Esa es una realidad irrefutable, es urgente un cambio en la vida nacional, de manera pacífica y por la vía electoral; de lo contrario, puede ese anhelado cambio puede ser muy doloroso. Pensamos que aún quedan márgenes para que el cambio se dé por los cauces democráticos.

 

En el caso de Sinaloa, nuestro estado pasa por un laberinto de rezagos manifiestos, a pesar de lo desarrollado de la agricultura. Se tiene una larga cadena de atrasos en rubros básicos para alcanzar un desarrollo sostenido, que le dé a la entidad certidumbre plena, donde se remonte el atraso educativo, se asegure la salud y se alcance la seguridad. 

 

No estamos descubriendo el hilo negro. Y podemos decir que en el pasado Sinaloa era una de las entidades con menos problemas de violencia, y sus moradores se reconocían como de los más pacíficos del país. En la actualidad, la entidad es conocida por los altos índices de violencia, los cuales en algunos  casos, son de espanto.

 

Ese es un factor de preocupación clave y los sinaloenses, anhelan recuperar para Sinaloa la idiosincrasia que les caracterizaba, ven la necesidad de nuevos liderazgos para restablecer la paz que se les arrebató.