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"Opinión"

"Las falacias de Mario López Valdez"

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21/02/2017

    Joel Díaz Fonseca

    “En este país es necesario que le pongamos orden a las deudas, es necesario que consigamos gobiernos menos obesos, más eficaces para que cada vez tengamos recurso disponible para llevarle beneficios a las sociedades, es parte de los objetivos que andamos buscando”.
     
    Esto lo dijo el hoy ex Gobernador Mario López Valdez cuando asumió la presidencia de la Conago, el 17 de febrero de 2013.
     
    No fue, por cierto, la única ocasión en que López Valdez habló de gobiernos obesos.
     
    A finales de junio 2012, al inaugurar un curso de capacitación de la Secretaría de la Función Pública federal, se lamentó de que Jesús Aguilar Padilla le dejó un aparato burocrático obeso e ineficiente, donde, según sus propias palabras, se pierde tiempo y se buscan explicaciones para no hacer las cosas.
     
    “Cuando se fue Juan Millán”, les dijo a los asistentes a dicho curso, “había 52 mil que cobraban, cuando se fue Jesús Aguilar 72 mil; hoy hay 72 mil 500. ¿Eso le ayuda al Gobierno? El Gobierno no es una agencia de colocaciones, no es un botín.
     
    “Yo leo y veo seguido los spots que hice en mi campaña, y leo y veo seguido el discurso de la toma de protesta, y me desespero porque veo muy lejano cómo va mi Gobierno a lo que prometí”.
     
    Un año y medio después, en la víspera de su tercer informe de Gobierno, tras definirse como “un fenómeno electoral único e irrepetible”, reconoció ante reporteros y funcionarios de esta casa editorial el incumplimiento de su compromiso de adelgazar el aparato burocrático estatal.
     
    Sin embargo manifestó con aires de suficiencia que al terminar su mandato dejaría a su sucesor un estado en mejores condiciones de como lo recibió:
     
    “Quiero tener unas finanzas sanas, no quiero dejar deudas, pasivos ahí que no cumpla, y además, quiero dejar dinero en la cuenta. Esa es mi aspiración desde ahorita”.
     
    Bueno, a menos de dos meses de que entregó la estafeta a Quirino Ordaz, la Secretaría de Administración y Finanzas ha destapado la “caja de Pandora” y empiezan a brotar los malos olores de los abusos y trapacerías de un gobierno que se dijo sería el mejor en toda la historia de Sinaloa.
     
    Carlos Ortega Carricarte, titular de la SAF, informó el lunes que Mario López Valdez “disparó” la deuda pública a 13 mil 130 millones de pesos.
     
    “El total de pasivos”, indicó, “asciende a 13 mil 130 millones de pesos. De ese total, la deuda documentada a largo plazo es de 4 mil 518 millones de pesos y los pasivos de corto plazo, sin una fuente de pago específica, reportan 8 mil 612 millones de pesos”.
     
    El desglose de la impresionante deuda deja ver de manera bastante clara el desaseo y el desorden de quien gobernó al estado hasta el 31 de diciembre pasado.
     
    La deuda a proveedores y contratistas asciende a 2 mil 241 millones de pesos; a los institutos de pensiones mil 725 millones de pesos; la deuda del sector salud asciende a mil 500 millones de pesos y a 396 millones de pesos en educación.
     
    Tampoco fue reportado el Impuesto Sobre la Renta en 2013, 2014, 2015 y 2016, que representa más de la mitad del sexenio.
     
    Con López Valdez, de acuerdo con el informe de Ortega Carricarte, se crearon 11 organismos descentralizados y se “robusteció” la nómina con 6 mil trabajadores más.
     
    ¿Dónde quedó aquel compromiso de adelgazar el gobierno obeso que le fue heredado por sus antecesores? En el segundo año de su gestión, López Valdez reconoció que el Gobierno del Estado tenía 71 mil 300 empleados, 20 mil más de los necesarios, los cuales había que recortar.
     
    El 13 de febrero de 2014, en el arranque de la construcción de una terminal multimodal de la AARC, López Valdez reconoció la necesidad de emprender una reingeniería que permitiera una mejor funcionalidad de la administración a un menor costo.
     
    “El recorte”, precisó entonces, “será de la ‘grasa y no el músculo’, hecho al que se tendrán que sumar las comunas y las Juntas de Agua Potable. No es posible trabajar con el gran número de empleados, por lo que será el titular de cada área quien determine cuántos trabajadores deben de salir”.
     
    Pero López Valdez no cortó grasa y mucho menos músculo, al contrario, incrementó su nómina en 6 mil trabajadores más.
     
    Pronto olvidó su arenga a los gobernadores a “ponerle orden a las deudas” y a tener gobiernos menos obesos.
     
    Cuando asumió el cargo, López Valdez dijo que el suyo sería un gobierno diferente, para el que los recursos públicos serían un bien sagrado y deberían ser ejercidos de forma eficiente y transparente.
     
    De aquel sueño de dejar a su sucesor un estado en mejores condiciones de como lo recibió, en los hechos hizo todo lo contrario. No dejó finanzas sanas, dejó una enorme deuda y dejó las arcas vacías. Ni eficiencia, ni transparencia. Fue el suyo un gobierno oscuro y deshonesto.
     
     

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