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"Editorial"

"Las prisas del Congreso"

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25/07/2017

    Editorial

    En el Congreso de Sinaloa, hay diputados que parecen tener prisa, no por hacer que el Estado cuente con las mejores leyes, sino por la intención de que sus decisiones –o las de otros- puedan pasar desapercibidas o en su caso, acalladas.
     
    El trabajo que hacen los diputados locales no es infalible. Pero como ocurre con la mayoría de quienes se dedican a la política o al servicio público, lo que esperan y piden es la adulación y ocultar la crítica.
     
    Lo más reciente se presenta con la decisión del Congreso del Estado de avalar, por mayoría, una reforma con la que los diputados renuncian a una de sus obligaciones que la Constitución les confiere: revisar, aprobar, observar o suspender las cuentas públicas del Gobierno del Estado o de los municipios.
     
    Porque el Congreso tiene entre sus funciones un papel fiscalizador del ejercicio público y ese debe ser inalienable. Sin embargo, deciden reformar la Constitución, a la espera de que la aprueben los municipios, para renunciar a esa tarea.
     
    Y los diputados parecen tener prisa, porque la reforma que impulsaron, bajo el argumento de no politizar la revisión de cómo se ejercieron los recursos públicos, no llega con la aprobación y el respaldo de todos los actores sociales, económicos y políticos de Sinaloa.
     
    Salvo sus dirigentes partidistas y las autoridades estatales, no hay otro sector en el Estado que se pronuncie, les aplauda y les felicite por la decisión de renunciar a una de sus tareas.
     
    Pero tienen prisa, tan así, que un grupo de ellos ha tomado la decisión de vetar a ciudadanos en el acceso al recinto parlamentario. Son los ciudadanos que han sido capaces de señalarles directamente sus errores y sus fallas en la toma de decisiones.
     
    Son ciudadanos, que parten de la sociedad civil, a los que se busca silenciar sus críticas, cerrándoles las puertas en el espacio en el que se debe dar la discusión.
     
    Pero los diputados tienen prisa y parece que ya no quieren discutir. Porque no tienen con qué o no saben cómo. Lo malo, es que en esas prisas, intenten acallar a quienes sí quieren discutir. Lo malo, es que con esas prisas, no sepan lo que aprueban. Lo malo, es que por esas prisas, terminen avalando la corrupción que se ha gestado en Sinaloa.

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