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"Opinión"

"Lecciones de un asesinato múltiple"

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    El atroz asesinato de dos enfermeras y un joven en Mazatlán ha sido la nota de la semana. Gracias a las declaraciones de un testigo protegido, la Fiscalía de Sinaloa pudo reconstruir los hechos desde su desaparición, el 30 de julio, hasta el hallazgo de sus cuerpos calcinados en La Amapa, siete días después.
     
    Lo que sabemos ahora es una historia de terror: las enfermeras Cindy y Érika resultaron víctimas colaterales. Sin quererlo, fueron testigos del secuestro de Antonio por un grupo criminal que lo consideraba su rival. Y las castigaron por eso sin reparo alguno.
     
    Pero la historia no para allí: según las investigaciones, detrás del asesinato múltiple hay una red criminal que opera en Villa Unión y que ha sido responsable de buena parte de la violencia de alto impacto en el sur del estado. Destaca la participación material de Luis “N”, uno de los detenidos, en el asesinato del abogado y político Miguel Ángel Sánchez Morán.
     
    Destaco aquí algunas lecciones que nos deja este crimen:
    1. Lugar equivocado, personas equivocadas. Cindy y Érika tuvieron la mala suerte de estar en el lugar incorrecto esa noche; y de hacerse acompañar de las personas equivocadas. Si bien es imposible blindarse ante esta clase de peligros, vale ser precavidos para minimizar los riesgos, sobre todo con desconocidos. En Sinaloa vivimos en un entorno de violencia, no olvidemos aplicar protocolos sencillos de autoprotección.
     
    2. De acuerdo con las declaraciones, un grupo de al menos cuatro personas armadas se movilizó por Mazatlán para secuestrar a Antonio y luego asesinarlo. ¿Cómo pueden hacer esto sin que las autoridades hagan algo?, ¿para que sirven los retenes? Las autoridades no son infalibles, pero sabemos que grupos armados patrullan nuestras calles sin problema, eso no debe ser.
     
    3. Todavía falta desahogar el resto del juicio, veremos si las evidencias se sostienen. Pero hasta ahora hay que reconocer el trabajo de la Fiscalía en este caso. Es un crimen que ha lastimado sensiblemente la memoria colectiva de los sinaloenses. Hay que recordar que además de la justicia pura y dura, la justicia narrativa también importa. De resolverse favorablemente hasta el final, estaremos ante un precedente poderoso en la construcción de estado de derecho: un crimen de esta magnitud no puede quedar impune.
     
    4. Por supuesto hay sospechas de que el grupo criminal resultara el mismo que asesinó al abogado Sánchez Morán. Suena a demasiada “coincidencia”. Pero para eso la Fiscalía tendrá que probar sus dichos y demostrar la responsabilidad del implicado. Y sobre todo, la Fiscalía todavía no responde lo más importante: ¿Cuál fue el móvil del homicidio del abogado? Y ¿quién es el autor intelectual?
     
    5. Gracias al nuevo sistema de justicia penal acusatorio, los medios y periodistas (y por lo tanto los ciudadanos) ahora tenemos acceso a las audiencias del juicio y podemos conocer detalles del proceso con total transparencia.
    6. En los meses recientes hemos visto avances en casos emblemáticos como el de las enfermeras Cindy y Érika, el abogado Sánchez Morán y el empresario Ruay Díaz Meza. Quedan pendientes el del doctor Miguel Ángel Camacho y el del periodista Javier Valdez. La credibilidad es poca y la paciencia se agota pero esos resultados específicos nos dicen que, si hay voluntad institucional, sí se puede impartir justicia. Todos los casos son diferentes, pero la Fiscalía de Juan José Ríos Estavillo debe demostrar que su actuar no es selectivo ni su eficacia aleatoria.
     
    Sinaloa sigue teniendo altos índices de violencia y la injusticia es casi absoluta. Pero el estado de derecho se construye ladrillo a ladrillo. La impunidad se reduce caso por caso.
     
    Quedan pendientes los miles de asesinatos acumulados en los últimos sexenios. De los cinco homicidios diarios que suceden en Sinaloa sin nombres conocidos, más del 90 por ciento de ellos terminan en el olvido y la impunidad. Tirados por aquí y por allá en los baldíos. Desaparecidos. Calcinados. Enterrados en fosas comunes. Son estadística y no personas.
     
    Estoy de acuerdo en que la inversión en seguridad debe hacerse. En que haya mejor equipamiento y mejores salarios para los policías. Cámaras, patrullas y hasta drones. Pero los fierros no alcanzan. El Gobernador Quirino Ordaz debe saberlo.
    ¿Cuál es el proyecto para la Fiscalía?, ¿cuánto se invertirá en formar mejores investigadores, peritos, ministerios públicos, jueces? No sabemos.
    Bien por los avances hasta ahora, pero falta mucho dolor por reparar. Muchas justicia por impartir. El rezago es histórico y la deuda social enorme. El compromiso debe ser del mismo tamaño si queremos tener un Sinaloa en paz.
     
    Librero
    López Obrador es el rival a vencer. Ricardo Anaya y Margarita Zavala no dan su brazo a torcer. La Asamblea del PRI abrió la puerta a José Antonio Meade y fortaleció a Aurelio Nuño. ¡TODXS quieren la Presidencia! Pero, ¿qué tanto los conocemos más allá de sus nombres y sus campañas mediáticas? Lea “Los suspirantes” (Planeta), un espléndido trabajo de un grupo de periodistas coordinados por Jorge Zepeda Patterson. Yo descubrí que unos son más peligrosos que otros...

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