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"Opinión"

"Legión Holk, la niñera mortal"

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    La página de Facebook que yo visité tenía más de 155 mil “likes”. Las leyendas urbanas hablan de que sus grupos cerrados suman más de 200 mil seguidores. La edad de los entusiastas que se identifican con la “Legión” oscila entre los 12 y los 18 años. Quienes forman parte del grupo se organizan para generar “trending topics” “troleando” celebridades para desatar el odio en su contra e incitar a la violencia. Quizá, este último resulte ser el afán más excitante de estos jovencitos que se declaran expertos del “baneo negro”.
    Hasta antes de la lamentable tragedia sucedida el pasado 18 de enero en el Colegio Americano del Noroeste, pertenecer a la Legión no era tan difícil. Bastaba pedir “desban”, esperar la aceptación y, una vez que el administrador del grupo aceptaba la solicitud, la mesa para la imaginería de la violencia estaba servida.
    Hoy la situación cambió. A partir de lo que considera un éxito, la Legión restringió el acceso para nuevos miembros. Una notificación del 19 de enero en su página de Facebook no deja lugar a dudas: “Debido a la arena levantada el día de hoy, no se aceptan solicitudes hasta nuevo aviso y rechazaremos los que envíen. Continuaremos atendiendo desbaneos, simplemente les tocará esperar a que comencemos aceptando. Mucha gente sensible está enviando solicitudes y no se puede aceptar”.
    En otro mensaje, el administrador establece las nuevas reglas del juego: “Requisitos para pedir desban: -No estar en la lista [ https://PASTEBIN.COM/9fUBD95s ). Los que están ahí no regresan; -Especificar por qué fuiste baneado (hacer cadenas en comentarios, publicar repollo/robado, arenoso, entre otros); -En caso de no especificar el motivo debe mostrar su cuenta de Twitter con más de 1k de tweets/RT en desmadres de LH, de lo contrario no hay desban. No hay baneos por fantasmas, inactivos, a estos solo se les expulsa. A partir de mañana estaremos atendiendo”.
    La forma en la que opera la Legión Holk es la misma con la que funciona el resto de redes. Algún mensaje, “meme” o fotografía se vuelve viral entre el grupo y a partir de ahí comienza el “trolleo” negro (el cual, por su falta de creatividad, difícilmente podría ser considerado como humor, pero así lo entiende la Legión).
    Con todo, la supuesta Legión demostró ser más verborrea que un grupo organizado con capacidad de movilizar a una de las partes más vulnerables de la sociedad. Tal como se demostró en el caso del Colegio Americano del Noroeste, no fue el grupo quien proporcionó el arma al jovencito, ni el atentado fue un “evento” planeado para culto y divertimento de la Legión. Entre otras muchas cosas más, fueron los problemas emocionales los que condujeron a ese estudiante de secundaria a disparar contra sus compañeros/as y atentar contra sí mismo.
    Del lamentabilísimo hecho, son muchos los factores que aún me mantienen perplejo. La destreza en el uso del arma deja en claro que el chico estaba familiarizado con ésta y otras más. Salvo el penúltimo tiro, los demás acertaron en sus blancos. Por lo que se logra apreciar en el video, el tiroteo estaba pensado para llevarse a cabo de una manera rápida y eficaz. Difícilmente podría afirmarse que se tratara de una cuestión de odio contra alguien en particular, ya que los disparos se detonaron hacia ambos lados del aula. El gatillo respondió al mandato de un ojo encendido por una emoción desequilibrada. El final de la historia es de sobra conocida. Agotadas las balas, el jovencito asesino regresa a su banca, recarga el arma y se dispara en la boca.
    ¿Este es el mérito de la Legión Holk? ¿El suicidio que deviene después de los asesinatos es la joya de su corona, o la mofa hacia sus héroes inmolados? Comento esto último porque “Adriana” en un mensaje enviado a la página dice: “¿Y en el cielo también hay clases? Digo, para que Fede no pierda su año escolar”. Posteriormente, esta misma “holkeana” declara: “Fede, te amo”.
    Mensajes como el de “Adriana”, o este otro de “Estevien” donde expresa: “Legión Holk no cae hasta que el último miembro siga en pie”, nos dejan en claro muchos de los riesgos que trae consigo una red social para todos esos adolescentes que se encuentran atravesando por alguno de los altibajos emocionales propios de la edad, una depresión prolongada o, bien, que se ven obligados a salir del anonimato para alcanzar “popularidad”. A lo dicho habría que sumar un factor que considero el más determinante en toda esta historia: la desatención de las familias hacia sus hijos.
    No son pocas las veces que he sido testigo de cómo madres y padres de familia buscan llenar los huecos de sus ausencias, entregando a sus hijos un universo de distractores que, sin la debida supervisión, tal como lo vimos, pueden resultar fatales.
    Si bien es cierto la tecnología digital nos conduce hacia un mundo infinito de posibilidades para conocer, divertirse y comunicarse con los demás, una criatura de nueve años difícilmente puede escapar de las engañifas de los miles de pervertidos, holksianos, pederastas y demás desequilibrados mentales que navegan por las redes, de ahí que, aunque muy socorridas, las tabletas, celulares y redes sociales, al final del día, resultan ser una peligrosísima niñera, tan peligrosa que a veces resulta fatal.
    Sin la debida supervisión, el número de gadgets de los cuales dispone un menor de edad es proporcional al riesgo que corre; lo mismo sucede con el tiempo de exposición a la red. Entre más tiempo pase un niño en la virtualidad, más posibilidades tienen los pervertidos de hacer contacto con él para engatusarlo. Lo paradójico de la cuestión es que muchos de los padres y madres de familia que emplean cacharros cibernéticos como niñera, son bastante neófitos respecto a los peligros que rondan en la red. Dados los efectos inmediatos y futuros, la ingenuidad no cabe, ni se justifica, porque en dichos descuidos va de por medio la vida de muchos inocentes.
    Por favor no se me malentienda. No estoy satanizando el uso de las tecnologías. Lo que estoy diciendo es que éstas no pueden asumir el rol que, por deber y derecho, le corresponde a la familia.
    La labor formativa que se desprende de nuestro papel de padres/madres responsables está muy lejos de la complacencia y condescendencia, especialmente esa que conduce a muchas familias a doblar las manos haciendo entrega a sus hijos del teléfono o tableta de su preferencia, aún y cuando sea difícil costearlo. Nuestro rol, más que el de un simple cadenero que verifica el contenido de bolsos y mochilas en casa, es el de un padre/madre amorosa que tiene claro qué llevan nuestros hijos/as en su corazón, cuáles son sus pensamientos, anhelos, deseos, sueños, logros y aquellas frustraciones que les empujarían a actuar de un modo inadecuado.
    Desconocer lo que habita en el interior de nuestros hijos, más que el acceso a la tecnología y las redes en que se despliega, resulta ser la puerta de entrada a legiones como los Holk, o cualquier otro grupo de enfermos dispuesto a llenar un vacío que nosotros como padres/madres aún no hemos sabido o podido llenar.
     

    @pabloayalae

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