"Lo que pienso sobre el suicidio"

alessandra_santamaria@hotmail.com

Twitter: Aless_SaLo

Estoy leyendo una novela que se llama “Lo siento, Leonard Peacock”. Es sobre un estudiante de 18 años que cae en la categoría de lo que se dice “raro” porque no está obsesionado con las marcas o ser “popular” en la prepa; no cree en que tengas que ser bully para no ser bulleado, relee Hamlet una y otra vez y le gustan las películas de Bogart. Se siente solo e incomprendido y desprecia la forma en la que otros lo tratan, así que decide dispararle al que considera el peor joven de su escuela y luego se suicida.

La salud mental es un problema del que casi no se habla en México. Aunque en los últimos años la depresión en nuestro país aumentó 140 por ciento, no es frecuente ver que en los medios de comunicación o en las plataformas masivas de entretenimiento se hable sobre el tema. Sin embargo, algo distinto sucede en las redes sociales (particularmente en Tumblr y Twitter). Ahí, los adolescentes nos sentimos cómodos (o tal vez pensamos que somos comediantes) y nos referimos a nosotros mismos como basura, bromeamos seguido sobre tener depresión, ansiedad o sobre como deseamos la muerte (y si, en caso de no ser cierto, es de muy mal gusto).

Decidí que en esta ocasión hablaré sobre lo que pienso sobre el suicidio. El tema todavía es tabú y complicado, pero al final de mucha reflexión, esto es lo que pienso sobre aquellos que deciden quitarse la vida:

No creo que sea un acto cobarde, solo es una solución permanente para un problema temporal. Muy difícil, pero temporal. No siento lástima por ellos que se han suicidado y tampoco los reprocho. Entiendo que llegaron a un punto en el que pedir ayuda no servía de nada. Tal vez pensaron que estaban en una etapa en la que por más que se esforzaran, las cosas no mejorarían y les era imposible visualizar un futuro que valiera la pena. Hasta me atrevería a decir que acusar de egoístas a aquellos que se matan es un acto egoísta en sí. Sería como comentar “oye, podrías posponer tu interminable sufrimiento para que yo no me sienta mal sobre si pude haberte ayudado”. Y aunque el terminar con tu vida podría llegar a causarle un dolor tremendo a alguien más, no le debes tu existencia a nadie más que a ti.

Espero que nunca nadie que ame decida abandonarnos. Eso sería realmente horrible; pero aunque me la pase dando amor e inspirando solidaridad porque no quiero que nadie nunca sienta que no vale nada, tampoco puedo garantizarlo. Procuro siempre tratar a los demás con respeto, pero mi único trabajo es cuidar de mi misma (y si tengo hijos, de ellos hasta que tengan la capacidad de hacerlo por su cuenta).

Es una lástima que la ciencia todavía no pueda comprender toda la complejidad del cerebro y de la existencia humana. Sería increíble si pudiéramos evitar que millones de personas alrededor del mundo se marchitaran poco a poco por motivos invisibles para el espectador lejano. Pero es 2017 y todavía no podemos.

Aunque he tenido roces con la depresión, formalmente no la he vivido en carne propia, así que sería deshonesto de mi parte decir que entiendo a aquellos que viven (a su juicio) vidas tan miserables que todo sería más sencillo si dejaran de hacerlo. Aunque nada justifica lo que hizo el estudiante culpable del tiroteo en Monterrey (que atentó contra la vida de otros, en lugar de solo la suya), me parece que es hora de que dejemos de romantizar, esconder y ensuciar el nombre de aquellos que se suicidan por motivos mucho más complicados de lo que somos capaces de imaginar. Es un mundo muy oscuro el de ahí afuera. Suceden las cosas más enfermas y asquerosas en este preciso segundo. La vida vale la pena, creo yo, pero no me corresponde decir si es una obligación vivirla.