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"LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD"

"Lo que sí funciona"

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LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
13/03/2018

    La columna pasada hablamos de que, para construir una cultura no basta llenarnos de buenas intenciones, debemos trabajar con mucha perseverancia en modificar algunos comportamientos, por brindar algunos ejemplos puedo mencionar:

    Uno de los grandes retos para no perder la autenticidad de nuestros comportamientos, principios y valores en la intención de  ser aceptados por un grupo de personas o cumplir el estándar de rol model que nos han impuesto los medios de comunicación y las redes sociales es trabajar en darle un sentido a la vida, para que regule la finalidad de nuestras acciones y le brinda un sentido de congruencia a todo lo que  hacemos.

    Es muy difícil conectar con uno mismo cuando no somos las personas que queremos ser, sino que estamos buscando siempre agradar a otros. Con frecuencia tenemos que estar practicando ejercicios de reafirmación de identidad, aceptándonos como somos, seres maravillosos que vale la pena que el resto de las personas conozca sin disfraces, sin filtros.

    Es un hecho que aceptarnos vulnerables con gran luz propia con la que podemos brillar en cualquier dominio es entender que todos poseemos una misión en la vida, y posibilitamos llegar cuando utilizamos nuestras fortalezas de carácter personales, así como optimizamos los talentos, de forma figurada es imaginar que nuestra luz puede ser utilizada para ponerla al servicio de los demás. Iluminando las veredas y caminos que transitaremos rumbo a nuestro sueños.

    Mucho hemos conversado en esta columna de que uno de los muros más altos que nos limita en el camino a nuestro propósito es la búsqueda de la perfección. Nos obsesionamos con la pareja perfecta, la casa perfecta, la carrera profesional ideal, el trabajo perfecto, los amigos que no se equivocan. Con sorpresa descubrimos que la imperfección es parte de la vida, que vivimos en un mundo en constante cambio y que lo que hoy está aquí, mañana tal vez no, que hasta las verdaderas científicas se modifican y tenemos la oportunidad de no luchar contra el cambio sino adaptarnos.

    La imperfección nos reta a desarrollar fortalezas como la perseverancia y la paciencia, para poco a poco construir una identidad. ¿Te imaginas el tamaño de reto en un mundo de inmediatez y satisfactores automáticos? Nos urge demostrarles a todos cuáles son nuestras competencias y el tamaño de líderes que podemos ser. Y es así como vivimos para agradar a todos menos a nosotros mismos. Nos volvemos esclavos de la manera de ser y pensar de otros, hacemos adictiva la necesidad de reconocimiento y aplauso como una medida de que nos acercamos al éxito.

    ¿Qué pasa cuando las cosas no se dan cómo yo quiero? Empiezo a contar las bendiciones de los demás ante que las de nosotros mismos, empezamos a visualizar como mejor el jardín es el ajeno, convirtiendo el viaje de nuestra vida en una tremenda competencia con y contra los demás. Es constante el mensaje “que la vida es una competencia con uno mismo”, en el momento que lo aceptamos dejamos de compararnos y empezamos amarnos tal y como somos. Mandamos de paseo el sentimiento tóxico de la envidia para disfrutar del maravilloso sentimiento de la aceptación.

    Como consecuencia de esta aceptación desarrollamos la competencia de la autorregulación emocional, lo que nos permite expresar correctamente lo que sentimos, decimos adiós a la ira y la frustración, se van los corajes y las lágrimas sustituyéndose por sonrisas y una tremenda sensación de calma y paz.

    Observarás que modificar y transformar hábitos es todo un reto, pero tiene en ti el potencial para lograrlo, te invito a seguirme en mi página Oscar Garcia Coach.

     

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