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"Opinión"

"López Tarso, su ciega fe priista"

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02/02/2018

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaz@noroeste.com

     

    La edad les da a muchas personas la oportunidad para el arrepentimiento, pero hay otras que son capaces de morirse en la raya sin dar su brazo a torcer. Algunos ven en una y otra posturas un signo de congruencia, otros toman esto último como obcecación.

     

    Transcribo dos diálogos de la película La generala, de 1970, dirigida por el excepcional Juan Ibáñez, que ilustran de alguna manera estas situaciones.

     

    Ahora ya no sabes si eres la víctima o el verdugo”, le dice con sorna el general Feliciano López (Eric del Castillo) a Manuel Sampedro, personaje interpretado por Carlos Bracho, segundos antes de emprender una masacre de indefensos campesinos, niños varios de ellos, a quienes los realistas tienen amarrados en el lecho de un río.

     

    En otra escena de la misma película, Rosauro Márquez, interpretado por Ignacio López Tarso, le reprocha a Sampedro, ante los azorados campesinos: “Cada quien se labra la cruz en que lo han de acostar”.

     

    Me vino a la mente esta película al escuchar la entrevista que concedió a los medios el miércoles el actor López Tarso en Culiacán, en la que hizo una apología del Partido Revolucionario Institucional, definiéndolo como el verdadero partido político de México, calificando al resto de los institutos como desechos de aquel: “En la política mexicana no hay más partidos que el Revolucionario Institucional”.

     

    Y como si estuviera impartiendo una cátedra de ciencias políticas, calificó a los demás partidos como “desechos del PRI”: “PAN, PRD, PT y quién sabe cuál más. El único partido que se mantiene y tiene solidez, con sus sectores: el obrero, el agrario y el popular, es el PRI”, señaló el actor.

     

    Mención aparte le mereció el aspirante presidencial de la coalición “Juntos Haremos Historia”, de Movimiento de Regeneración Nacional, PT y Encuentro Social, a quien definió como “el candidato eterno”.

     

    Y manifestó enseguida por qué él apoya al PRI:

     

    Soy priista, por herencia, por tradición, porque toda mi familia es revolucionaria, y el PRI es el único que tiene verdaderas raíces en este país. Los otros, todos los demás partidos, se formaron del PRI”.

     

    Del PRI salieron todos los hombres que han formado los otros partidos. De lo que desechaba el PRI, o de lo que ya no aceptaba y se iban y formaban otros partidos, es decir, la política mexicana es el PRI y los desechos del PRI”, indicó el actor.

     

    Por su formación y su sensibilidad, la inmensa mayoría de los artistas (actores, escritores, pintores, etc.) son liberales y progresistas. Si se observa el diagrama de Nolan se advierte que el progresismo se encuentra a la izquierda, frente al conservadurismo, situado a la derecha, en tanto que el liberalismo se ubica en el polo superior, y el totalitarismo en el polo opuesto.

     

    Atendiendo a su manera de pensar y de actuar se puede de alguna manera ubicar a cada persona dentro de ese diagrama. La mayoría de los artistas, como señalé previamente, se ubican en lo que me atrevo a definir como el norte y noroeste de dicho rombo.

     

    El actor Ignacio López Tarso, pese a su nivel de conocimientos, su enorme sensibilidad y su incuestionable calidad interpretativa, se ubica sin duda en el extremo derecho. Su credo priista lo confirma.

     

    Se puede creer en lo que se quiera, pero al momento de las definiciones se tiene que hacer un balance serio y profundo de aquello en lo que se cree, y diseccionar y separar muy cuidadosamente las cosas buenas, que indudablemente tienen todos los partidos políticos, de las cosas malas y decir con toda sinceridad: en esto creo, pero no en esto.

     

    Contrario a lo que piensan la inmensa mayoría de los mexicanos, para el señor López Tarso el Revolucionario Institucional es un partido sin defectos, sin mancha. Aquí cabe advertirle, como él mismo advierte, en su papel de Rosauro Márquez, que “cada quien se labra la cruz en que lo han de acostar”.

     

    En su ciega profesión de fe priista confunde, como advierte el personaje que interpreta Eric del Castillo en La Generala, el papel del verdugo con el de la víctima. No acierta a entender, aunque creo que lo entiende pero finge demencia, que el partido en el que cree a pie juntillas se ha convertido en una cueva de ladrones, con sus muy raras excepciones por supuesto.

     

     

    ¿No le alcanza su enorme bagaje intelectual, su formación actoral y su incuestionable calidad artística para ver la enorme corrupción y los abusos de la mayoría de los gobernantes emanados de su partido?

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