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"Opinión"

"Los aspirantes a juez"

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    A Daniela, Dulce, Jean y José Félix
     
    El 14 de febrero, “El Universal” publicó en su portal una breve nota que fraseó de la siguiente manera:
     
    “Por robo y compraventa ilegal de los exámenes, el Consejo de la Judicatura Federal anuló un concurso interno de oposición para la designación de Jueces de Distrito en el que habían participado 2 mil 602 aspirantes. Durante la segunda etapa del concurso, en la que ya participaban 91 sustentantes que superaron las pruebas escritas, el Instituto de la Judicatura Federal se percató del robo y posterior venta de algunas hojas de los exámenes que les fueron aplicados a los aspirantes. Por ello decidió iniciar una investigación que concluyó durante la sesión de este miércoles del Pleno del CJF que resolvió anular todo el concurso debido a que se vio comprometida la transparencia y confiabilidad del mismo.’El CJF actuará con toda contundencia y llegará hasta las últimas consecuencias’, indicó el organismo. En el concurso únicamente participaron integrantes del Poder Judicial de la Federación por lo que el supuesto robo y venta de los exámenes fue cometido por algunos de estos servidores públicos”.
     
    Teniendo en consideración el rol de un Juez de Distrito, el hecho no resulta menor. Es más, si me apuran, resulta muy grave, ya que un Juez de Distrito, palabras más, palabras menos, es una figura pública que representa la primera instancia del Poder Judicial de la Federación, y tiene como función básica aplicar leyes federales a asuntos de carácter civil, penal, administrativo e, incluso, en algunos casos que tienen que ver con tratados internacionales.
     
    Ciertamente el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ondeando la bandera de la transparencia dio la cara, explicó el hecho y anunció que la pesquisa continuará, así como algunas consecuencias que deberán enfrentar los “copiones”. ¿Fin de la historia? ¡Para nada! Más allá del vomitivo tufo que despide la vía utilizada por los aspirantes a juez, ¿quién podría asegurar que el hecho fue algo excepcional? ¿Qué dice de las competencias profesionales de estos aspirantes a juez? ¿El posicionamiento del presidente de la SCJN disuadirá de no cometer fraude académico, a los participantes en la 29 edición del concurso interno de oposición para la designación de jueces de distrito? Mi pronóstico es bastante pesimista: el fraude académico continuará e, incluso, puede ir a más. Me explico.
     
    La industria del fraude académico, día con día, va creciendo en salud financiera, sofisticación y experiencia. Como dice Tricia Bertram, una de las investigadoras más reconocidas en este terreno, más que una cuestión de “falta de valores”, el fraude académico se ha convertido en “una cuestión estadística” que forma parte del comportamiento del estudiantado de bachillerato y universidad en todo el mundo (sigo pensando que habrá alguna escuela que quede fuera de esta afirmación, pero el expertise de Tricia me disuade para enredarme en una discusión personal con ella).
     
    Al menos en mi experiencia, durante el último par de años, más o menos cada mes, descubro o me comparten un nuevo sitio donde no solo los aspirantes a juez, sino cualquier estudiante proveniente de cualquier área, puede contratar los servicios de un escritor fantasma, alguien que lo suplante en un curso en línea, le haga a mano los ejercicios de cálculo integral, diseñe presentaciones, desarrolle mapas mentales, elabore videos y realice cualquier otra actividad con la cual el profesorado evaluará su aprendizaje.
     
    Con el propósito de que dimensione el problema que pudiera en este momento tener en casa (deje por un momento de lado a los pestilentes aspirantes a Juez de Distrito), le invito a que teclee la dirección del sitio “Tareas en línea” ( https://www.tareasenlinea.mx/ ), y déjese seducir por su elocuente slogan: “Dedica tu tiempo a lo que más amas”. Entiendo que los usuarios utilizan los servicios de la página, porque el estudio no ocupa un sitio muy significativo en sus corazones. Ahora, si no tiene tiempo para navegar la página, se la describiré, al menos, en sus generalidades.
     
    Una vez dentro del sitio si se pulsa la pestaña “cotizar tarea”, se desplegará un menú que abre su amplia oferta: ensayo, reporte de lectura, investigación, resumen/análisis, materia en línea, Presentación PPT, ejercicios, caso teórico práctico, proyecto, video arquitectura, investigación, tesis…
     
    En la medida que uno va recorriendo el espacio de la cotización, se abre otro practiquísimo menú que dice: “ordena + cotiza y paga = relájate”. Ahora, si el cliente no quisiera ordenar en línea, puede solicitar el servicio vía Facebook, Whatsapp o llamando al 01-800-8273235 (tareael). 
    Algo que llama la atención es el poco valor que este grupo de exterminadores de la calidad educativa, da a las matemáticas y al cálculo integral; va la evidencia. En la pestaña “precios y ejemplos” se despliega una serie de imágenes de la actividad terminada (¡presentadas-en-un-formato- espectacular!) y sus rasgos generales. Por ejemplo, el paquete “Ejercicios cálculo diferencial”, que se entrega al cliente en cuatro días, cuesta 320 pesos, e incluye ocho ejercicios que garantizan una calificación que va entre el 87 y el 100. Los ejercicios de matemáticas integrales están un poco mejor cotizados, ya que el paquete incluye 15 ejercicios (¡escritos a mano para evitar que el cliente sea detectado como un tramposo en la red!) por un precio de 600 pesos y un tiempo de entrega de seis días. Los ejercicios de física no son más costosos que los de matemáticas; por siete ejercicios de tiro parabólico, el usuario puede “dedicarse de tiempo completo a lo que más ama”, siempre y cuando desembolse 310 pesitos. Las cotizaciones, al igual que sus servicios, son variadas; un ensayo de robótica cuesta 375 pesos, acreditar un curso en línea 4 mil 800 pesos, un resumen de lectura de un curso de filosofía 600, 385 el análisis de un libro como “La ciudad de los perros”, un mapa mental cuesta 385. Supongo que por motivos relacionados con su “profesionalismo”, las tesis e investigaciones no se cotizan por internet, pero al usuario se le dan varias opciones para que se ponga en contacto con cualquiera de los asesores. 
     
    A estas alturas, si el asombro o el asco no ha provocado que deje de leerme, seguramente se habrá preguntado: ¿quiénes son los que están detrás de “ tareasenlínea.mx”? NO tengo la menor idea, pero, lo que se ve, es un grupo de iniciados a los que no le tiembla la mano para seguir ampliando el negocio. 
     
    En la pestaña “únete al equipo”, como una precondición laboral, a los posibles interesados se les habla a través de un llamado a la conciencia: “Tienes que ser capaz de realizar tareas de calidad, ser eficiente con tu tiempo y responsable con tus trabajos”. Los requisitos no son muchos: licenciatura (o en proceso de graduación), ganas de aprender, flexibilidad, proactividad para resolver problemas, empatía comercial, excelente manejo de la comunicación… El patrón ofrece: sueldo competitivo, posibilidades de crecimiento, flexibilidad horaria, un increíble ambiente de trabajo en la ciudad de México y, entre otras cosas más, prestaciones de ley...
     
    Si Luis María Aguilar, presidente de la SCJN, de veras está interesado en el tema, podría lanzar una convocatoria para poner el asunto como parte de la agenda nacional, y así entre universidades, autoridades, empresarios, familias y cualquier asociación ciudadana interesada en el tema, nos sentemos a la mesa para armar una estrategia que permita desactivar este tipo de servicios que, además de ser vomitivamente inmorales, atentan gravemente contra la formación de todo nuestro estudiantado, y ponen en jaque las capacidades de buena parte de todos los profesionistas en activo.
     
    Si Aguilar se anima, puede tener la seguridad de que yo seré de los primeros en querer sentarme a la mesa.
     
    @pabloayalae
     

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