"Los rechazados de la UAS. El asedio del PAS y narco"

Lo más seguro es que la Universidad Autónoma de Sinaloa termine forzando su capacidad de admisión para darles cupo a esos 10 mil aspirantes que resultaron rechazados en el examen del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior. Si no ¿qué otra cosa pueden hacer esos proscritos de las aulas? 

Así ha sucedido siempre. El año pasado, la coyuntura que mete a centenas de familias en la angustia de perder oportunidades de educación tuvo un final feliz cuando el entonces Gobernador, Mario López Valdez, y el Rector de la UAS, Juan Eulogio Guerra Liera, acordaron un plan de cero rechazados. 

Es complicado entender por qué en Sinaloa un importante número de jóvenes se ven en la necesidad de mendigar oportunidades educativas cuando debería ser una política de Estado arrebatárselos a las organizaciones criminales que se pelean por sangre nueva para garantizar la permanencia de los cárteles del narcotráfico.

 Se trata de la misma película de suspenso, en la que unos son admitidos con cierta turbación porque a muchos de sus compañeros se les negó igual posibilidad, al tiempo que otro segmento raya en la frustración, con el trauma de la exclusión por partida doble. En la víspera del fracaso les fue alimentada la esperanza con el examen del Ceneval, que por cierto ya quedó desfasado como método de decantación. 

La realidad es que la dinámica que se reedita en estas fechas, año tras año, parecer ser cada vez más un montaje para los fines que convengan a cada parte de ese sketch perverso. La UAS lo aprovecha para argumentar insuficiencia financiera y presionar a que le otorguen más recursos públicos y el Gobierno acaba haciéndole al héroe al salir al rescate de los chavos desterrados del campus. 

Y afuera de los recintos universitarios dos apetitos de distinta índole aunque de similar voracidad los cazan en el entendido de que la desesperación es la madre de todas las insensateces: la delincuencia vertebrada, de inaudita capacidad reclutadora, y el Partido Sinaloense, que insiste en apuntalar el proyecto de Universidad-partido. 

Cada sinaloense egresado del nivel medio superior debería traer consigo la garantía de acceder al siguiente nivel educativo sin ser necesario que la búsqueda de oportunidades le signifique arriesgar dignidad, libertad e inclusive la vida. 

Abrirles esa posibilidad significa cerrarles las puertas de entrada a la ignominia. 

El Gobierno debería estar permanentemente codo a codo con la UAS, no solo en épocas de preinscripciones, alejando a los alumnos del dilema del sicarismo como última apuesta o militancia política fundada en el desespero. Ningún egresado de las prepas tiene por qué ser presa fácil de asideros de tan baja calaña. 

Por eso es importante que esos 10 mil o más rechazados de la UAS encuentren un espacio en las escuelas y facultades de la casa de estudios que siempre se las ha jugado con los que más ocupan oportunidades educativas. Casi es un hecho que reciban algún lugar, pero el gesto debe ser además alejado de clientelismos, amenazas o condenas de muerte.

Re-verso 

En el hampa tendrás, 

Doctorado en asesinato; 

Y en el PAS, a lo más,

Llegarás a ser candidato. 

Si lo dejan 

Nadie creerá que José Enrique Villa Rivera, Secretario de Educación del Gobierno de Quirino Ordaz, vino a Sinaloa a navegar con la grilla magisterial, los ínfimos niveles de calidad de la enseñanza o la corrupción heredada en la SEPyC. Este hombre, si lo dejan, puede revolucionar la educación y poner a nuestro estado en los más altos estándares nacionales e internacionales del saber.

alexsicairos@hotmail.com