"Los sismos del 19 de septiembre"

Las tragedias lo dejan a uno sin palabras. En una situación dramática escasean frases que animen, alivien y conforten a plenitud. Ante la realidad y magnitud de hechos tan dolorosos no hay nada que decir, las palabras salen sobrando.

 

Esta es la situación que se vive hoy en México. El 19 de septiembre era ya una fecha tatuada en el alma y la epidermis de los mexicanos. Después de 32 años, el punzón del dolor reabrió la herida que no había cicatrizado lo suficiente.

 

Septiembre ha sido un mes convulsionado. El jueves 7 se registró un sismo de mayor magnitud en la escala de Richter al alcanzar 8.2 grados, pero no resultó tan devastador en la Ciudad de México, debido a que el epicentro fue en el Istmo de Tehuantepec. El sismo de ayer, aunque fue de menor intensidad, 7.1 grados, derribó varios edificios porque el epicentro fue más próximo, en la colindancia de los estados de Morelos y Puebla.

 

Hasta el momento se tienen contabilizadas 139 víctimas mortales, la mayoría en la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Guerrero y Estado de México.

 

No es agradable escribir sobre el tema, pero tampoco se puede eludir. Un amargo sabor de boca te impele a abordar el tópico, aunque el cuerpo y la mente se quisieran sentir excusados de hacerlo.

 

Las imágenes son desgarradoras. Los edificios se desgajaron cual si fueran una rebanada de pastel. El estrépito de su caída taladró los oídos y resonó hasta el cielo. La ola de polvo que se levantó de los escombros amenazó con nublar el nuevo amanecer. Sin embargo, no podrá jamás doblegar la fortaleza y ánimo de los mexicanos, oscurecer su esperanza ni maniatar su solidaridad.

 

¿Sucumbo ante el dolor? ¿Fortalezco mi esperanza? ¿Refuerzo mi solidaridad?

rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf