"Medicina contra la violencia"

Abundan personas que prescriben recetas para todos los males. Pareciera que pretendo engrosar esa amplia lista. Sin embargo, mi única intención es citar unas palabras que respondió el Papa Francisco a Julia, una joven italiana de 25 años, titulada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.

Julia inquirió cuáles podrían ser las medicinas para contrastar las manifestaciones de las acciones violentas que, por desgracia, siempre han estado presentes en la historia de la humanidad.

Bergoglio recordó que no solamente existe un actuar violento, sino también un lenguaje violento.

“Hoy se grita en la calle, en la casa y se insulta con normalidad. Existe violencia en cómo uno habla y se expresa. Es una realidad que todos vemos. Existe un aire de violencia también en nuestras ciudades; la prisa, la celeridad de la vida nos hace actuar violentos en casa. Precisó que esta pequeña violencia se torna grande y permea todo.

“Se necesita bajar un poco el tono, hablar menos y escuchar más. Hay tantas medicinas contra la violencia, pero la primera de todas es el corazón: un corazón que sabe recibir y ver qué cosa piensas tú. Antes de discutir se debe dialogar. Si tú piensas diferente de mí, dialoguemos. El diálogo acerca no sólo a las personas, sino a los corazones. Con el diálogo se hace amistad y amistad social”.

Desgraciadamente, el contexto familiar y social en que vivimos se caracteriza por la escasa convivencia y un ambiente tenso y conflictivo. Si a estas graves carencias le añadimos las necesidades básicas que no han sido cubiertas, nos encontraremos sumergidos en un violento coctel que amenaza con explotar en cualquier instante. El hambre más dañina no es la física, sino la ausencia de afecto, diálogo y escucha.

¿Prodigo afecto? ¿Grito y aturdo? ¿Escucho y dialogo?

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@rodolfodiazf