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"PUERTO VIEJO"

"Mientras..."

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    El proceso electoral para definir, es un decir, quienes serán los candidatos a la Presidencia de la República en la contienda del 2018, está pasando por la etapa de las precampañas, la cual constituye una más de las costosas simulaciones del sistema, cuya duración será de largos 60 días llenos de mensajes con la palabrería de siempre, a través de poco más de 11 millones de spots radiales y televisivos, y por si esto fuera poco, el INE nos endilgará otros 6 millones promoviendo la participación ciudadana.

    El supuesto base de este periodo electoral, es que se realiza con el ánimo de que los partidos, o las mañosas coaliciones, de manera interna decidan quiénes serán sus abanderados.

    Son millones de pesos los que se destinan para esta primera parte del juego electoral, en la cual, cada bando en contienda ya tiene su candidato a la espera de darle paso a la formalidad de nombrarlos como tales, para iniciar el siguiente tramo, que es la campaña electoral.

    Cuando uno conoce, por ejemplo, el desabasto de medicamentos en los centros de salud pública, faltan palabras para condenar el dispendio en el que se incurre para financiar el juego político.

    Por ahora, y pensando que el gran público se chupa el dedo, los llamados precandidatos, a través de los medios de comunicación, plantean sus propuestas, con la desvergonzada advertencia de que los mensajes son única y exclusivamente para los militantes de tal o cual partido. Es por ello, por ejemplo, que el PRI remata sus envíos asegurando que estos están destinados a la gente que participará en su convención nacional para designar al que ya es su candidato. Insisto, los políticos siguen pensando que el gran elector está compuesto por cándidos individuos.

    En sus primeros planteamientos, los aspirantes, tal y como si se tratara de un guión transexenal, nos externan su presunta preocupación por los grandes problemas nacionales que acarrean la falta de seguridad, el disparejo desarrollo económico y la corrupción, cuya fuente principal se encuentra en el propio sistema.

    Cada uno de los auto llamados paladines de la democracia y procuradores de la justicia, asegura tener la solución para resolver puntualmente cada uno de los males que nos aquejan, aunque a decir verdad, son promesas ya desgastadas y repetidas una y otra vez, de tal suerte, que ni ellos mismos se las creen. Me pregunto si muy, pero muy en el fondo de su interior, no vislumbrarán alguna lucecita de vergüenza por decir tantas mentiras. Creo que no.

    Junto a los gélidos vientos del norte que trae congelados a los habitantes de distintas regiones del país, de parte de los hipócritamente llamados precandidatos, se han desprendido algunos compromisos que nos dejan igual de helados que a los habitantes de La Rosilla, Durango, por el impacto que a corto plazo significan, en el caso de concretarse.

    Me refiero a las ofertas subsidiarias de Andrés Manuel y las del no menos belicoso y caprichoso Ricardo Anaya (cAnaya, le dicen los “margaros”).

    Andrés Manuel pone en la mesa de las ofertas, una beca mensual de 3 mil 600 pesos por cabeza, para los llamados “nininis” (ni estudian, ni trabajan, ni les importa), con el propósito de alejarlos de los destellos luminosos que se desprenden de los vanos atractivos de la delincuencia organizada.

    A bote pronto suena bonita la propuesta y el ofertante ubica la fuente de dicho gasto, en lo que se dejará de robar dentro del Gobierno al acabarse la corrupción; lo que no dice Andrés Manuel es por cuánto tiempo se otorgará la ayuda, bajo qué condiciones, y por otro lado, no plantea un plan alternativo para incentivar la creatividad de los llamados “nininis”; para que sigan el ejemplo de los muchachos que no estiran la mano para salir adelante. De todos aquellos que se auto emplean o completan su numerario realizando labores adicionales fuera de su horario de trabajo o de estudio.

    Por su parte, el ya candidato de la asociación política, en grado de delictuosa, llamada Por México al Frente, propone el otorgamiento de un ingreso mensual universal con el objetivo de combatir la pobreza, pero que en el fondo, lo único que busca es el control político, a través de la dádiva.

    En un país, metido en una larguísima e inacabable etapa de desarrollo, con una base de fuerza de trabajo joven, antes que la propuesta subsidiaria, requiere que el Gobierno se ponga a trabajar en crear condiciones que permitan la creación de fuentes de empleo bien remuneradas y que incentiven la creatividad productiva del todavía importante bono juvenil.

    Mientras que sigamos con simulaciones como la electoral y bajo un sistema en el que lo prioritario es lo político, seguiremos “envolvidos” en la mediocridad ¡Buen día!

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