"Millán y Vizcarra, la ofensa Limpiar aquel sexenio ruin"

Se le ve a Juan Millán Lizárraga cierto desespero por saldar cuentas con su pasado político, como si la historia y la memoria colectiva le propusieran perdonarle todo. En libros, reuniones, artículos de opinión, acuerdos e intrigas es inocultable la mano del ex Gobernador operando para el borrón y hoja nueva, sin importarle incluso que quede más remarcada la tachadura que las afrentas que quiere enmendar.

A veces se le percibe como actor social con poco tiempo para contar su "verdad", exasperado por alterar el juicio social con veredicto ya dictado, con carácter de inapelable. Correr el último maratón de la vida en dirección a la amnesia, contra el viento de la recriminación pública que insiste en regresarlo al banquillo de los acusados.

Se ha de tratar de un dramático esfuerzo de reivindicación a ultranza a tal grado que hasta Jesús Vizcarra Calderón, a quien Juan Millán le impidió ganar la elección de Gobernador en 2010 vinculándolo a figuras criminales, se para al lado del rosarense y acepte sonriente la foto junto a su principal verdugo político.

Ese gesto camuflado en la cortesía política desató viejos rencores y removió las llagas de aquel sexenio cuyos índices de corrupción, complicidad con la delincuencia e intriga palaciega rompió récord mientras llegaba el Gobierno de Mario López Valdez (por cierto llevado al cargo por el mismo Juan Millán) a desplazarlo en el marcador de la ignominia.

La señal que recibió el segmento de sinaloenses fiel al vizcarrismo fue deprimente. Nunca hubiera imaginado juntos al empresario de la carne y a quien le asestó la puñalada que electoralmente lo aniquiló hace siete años. El 4 de julio de 2010 Juan Millán le dio el último de tantos golpes a Jesús Vizcarra; el 23 de junio de 2017 ambos pretenden sanar las heridas rascando sobre estas.

¿Por qué Juan Millán va tan a prisa a su propio salvamento político, moral y retrospectivo? Con el libro que le escribió Arturo Santamaría escupe hacia arriba y resulta bañado por las culpas que desaloja; induce el elogio en opinadores afines y adonde se para cuenta su epopeya desde la cruel visión del estadista que es el único que se vanagloria y reconoce como tal.

Político poderoso, aliado con todo tipo de poderes, y protagonista de primer nivel del acontecer moderno de Sinaloa, actor por cierto de muchos episodios infames, encabeza Millán la cruzada de generar apariencias soportadas en la mentira. A quienes ahora intentan rescatarlo los podrá engañar, pero a la historia no.

¿Pretende invocar los fantasmas de sus víctimas? ¿Los enormes negocios y fortunas que amasó a su paso por el Gobierno? ¿La venganza política contra Jesús Vizcarra con la cual condenó a Sinaloa al colapso del que todavía no se repone? ¿El episodio del 11 de septiembre de 2004 cuando el comandante de la Ministerial, Pedro Pérez, cuidaba a Rodolfo Carrillo Fuentes? ¿El acaparamiento para su familia de terrenos del Desarrollo Urbano Tres Ríos?

Limpien pues, entre todos, el recuerdo de un sexenio ruin.

Re-verso

Entre ángeles del coro,

que cantan loas a Millán,

Recita el "Niño de oro",

Recuerdos que no se irán.

México, la gran tumba

Apenas el 22 de junio fue expuesto ante Edison Lanza, Relator para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el caso del periodista Salvador Adame, desaparecido desde el 19 de mayo en la región de Tierra Caliente, en Michoacán, y ayer encontraron su cadáver calcinado. ¡Qué terrible noticia! ¡Qué dolorosa vejación a las libertades!

alexsicairos@hotmail.com