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"Opinión"

"No es lo mismo ‘bru’ que ‘pu…’, pero…"

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19/11/2017

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaz@noroeste.com

     

     

    Tras la andanada de críticas por lo que se considera intolerancia y homofobia, la diputada federal Gloria Imelda Félix Niebla intentó sacar las castañas del fuego, pero ya estaban quemadas.

     

     

    La legisladora sinaloense forma parte del grupo de la barra brava del PRI en la Cámara baja, que el viernes le lanzó varias veces el criticado grito futbolero al diputado Ariel Juárez Rodríguez, de Morena.

     

     

    El video no deja ninguna duda, se oye gritar a las diputadas y a los diputados la palabra que empieza con pu, pero Félix Niebla dice que le gritaron “bruto”.

     

     

    “Haiga” sido como “haiga” sido, como dijo el ex Presidente Felipe Calderón, las dos palabras son igualmente ofensivas. Una hace mofa de las preferencias sexuales y la otra se mofa de la poca capacidad intelectual del individuo al que se lanzan las invectivas, lo que habla muy mal de las legisladoras priistas.

     

     

    Al recinto parlamentario se va a discutir con ideas, no con ofensas a la dignidad de los adversarios políticos.

     

     

    Arguye la diputada Félix Niebla que en la sesión previa a la aprobación del presupuesto le gritaron “eeeh, bruto” al legislador de Morena, no “eeeh, pu” como gritan las barras bravas en los estadios a los silbantes y a los jugadores de los equipos contrarios.

     

     

    Esto me hizo recordar la “roqueseñal” del diputado Humberto Roque Villanueva el 17 de marzo de 1995, celebrando que la bancada del PRI había sacado adelante, contra viento y marea, la aprobación de un alza del 50 por ciento en el IVA.

     

     

    Todo mundo vio la foto en la que se le miraba haciendo el clásico ademán de “nos los ch…”. Obviamente negó que hubiera hecho ese ademán ofensivo, alegó seguramente que simuló que iba conduciendo una bicicleta con los manubrios apuntando hacia arriba. El asunto es que entonces, como ahora, las huestes priistas han recurrido y recurren a ofensas para someter a sus adversarios.

     

     

    Pero siendo justos hay que aclarar que todas las bancadas hacen lo mismo. Recuerdo que a mediados de los 80 la televisión nos trajo las escenas de una acre discusión en la Cámara de Diputados. El priista Roberto Blanco Moheno lanzaba desde la tribuna toda clase de adjetivos en contra de los panistas, acusándolos de retrógradas, de hijos de Maximiliano y otras lindezas. En respuesta, unos legisladores blanquiazules le gritaban desde la primera fila: “Cerdo, es usted un cerdo”.

     

     

    No nos extraña, pues, que los legisladores de hoy usen palabras y señas ofensivas contra sus adversarios políticos, como lo hicieron el fin de semana los diputados del PRI, y lo paradójico es que al menos tres de las legisladoras balconeadas forman parte de comisiones cuyo trabajo es precisamente legislar en la defensa de derechos humanos y la equidad de género.

     

     

    El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación exhortó a los diputados federales para que en las manifestaciones que realicen en el ejercicio de sus funciones eviten reproducir prejuicios y estereotipos negativos, como los que se produjeron en el Palacio Legislativo de San Lázaro durante la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2018.

     

     

    “El sentido con el que se da este grito colectivo en los estadios no es inocuo; refleja la homofobia, el machismo y la misoginia que privan aún en nuestra sociedad. Por eso resulta doblemente gravoso que este grito homofóbico se traslade del estadio al Congreso de la Unión, espacio público por excelencia de un sistema democrático que, por tanto, está llamado a guardar la máxima aspiración incluyente”, advirtió el organismo en un comunicado.

     

     

    Y refirió lo sentenciado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el sentido de que “las violaciones al derecho a la no discriminación por el ejercicio de la libertad de expresión no pueden ser abordadas de la misma manera cuando se trata de personas servidoras públicas que de particulares”.

     

     

    Las limitaciones al derecho a la libertad de expresión, advirtió, deben ser mayores para las personas servidoras públicas, pues tienen la obligación de no aumentar la vulnerabilidad de los grupos o personas que se encuentran en situación de discriminación.

    Aunque se le haya gritado “bruto”, no lo otro, no exime de responsabilidad a nadie, porque aunque no sea una expresión homofóbica, es igualmente una falta de respeto rebajar a una persona al nivel de las bestias.

     

     

    Todos los legisladores, sin excepción, están obligados a llevar la discusión con respeto y conducirse con decoro, en cualquier parte, no solo en el recinto parlamentario.

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