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"Opinión"

"Nuevo precio en las gasolinas: Gobierno beneficiado, pueblo perjudicado"

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30/12/2016

    Rafael Morgan Ríos

    El anunciado aumento a las gasolinas en alrededor de un 20 por ciento causó reacciones mediáticas, en las redes y en el público, que van desde lamentaciones, insultos, ira, hasta miedo, zozobra e incertidumbre; pero ante todo, incredulidad frente a un Gobierno federal que en diversas ocasiones había declarado disminuciones en los precios en las mismas gasolinas, que ahora está incrementando desproporcionadamente. 
     
    ¿En qué se basaba el Gobierno para ofrecer precios bajos en los energéticos? Sí existían algunos factores como la caída en los precios del petróleo, que a su vez impactaban en una baja en los precios de las gasolinas y como las importaciones de las mismas eran ya de 50 por ciento del consumo nacional, de seguro se pensó que se podría bajar el precio en México. Si a esto se agrega que las refinadoras del país han estado bajando su producción por obsoletas, ineficientes y costosas, la tendencia indicaba todavía una mayor importación de “gasolinas baratas”.
     
    Hubo dos errores de apreciación y de visión de la economía nacional y de la internacional: en primer lugar el peso se fue devaluando frente al dólar, lo cual encareció las gasolinas importadas en alrededor de un 40 por ciento. Además, el precio del petróleo crudo ha estado aumentando, pues ya está a más de 40 dólares el barril y con el acuerdo de la OPEP de disminuir la producción internacional, el crudo se recuperará hasta más de 50 dólares el barril.
     
    Otro error fue que se dejó de dar mantenimiento a las plantas nacionales de refinación, y se pretendió aprovechar la coyuntura para reparar y modernizar las seis plantas con que todavía cuenta Pemex. Según análisis del licenciado en Economía Salomón Guzmán Rodríguez, con datos publicados por Pemex en su página web, la Refinería de Cadereyta ha disminuido su producción en los cuatro años de este Régimen en un -53.8 por ciento; la de Madero en -59 por ciento, la de Minatitlán -44.3 por ciento; Salamanca -12.3 por ciento; Salina Cruz -10.3 por ciento y Tula -39.8 por ciento, es decir, la producción nacional de gasolinas ha disminuido más de un 30 por ciento, por lo que ahora se requiere importar más, con un dólar más caro y esto con un incremento en el consumo de gasolina que ya llega a más de 800 mil barriles diarios en agosto de 2016, las importaciones fueron más del 65 por ciento y sólo el 35 por ciento se refinó en México.
     
    Esto no era la intención de la llamada “Reforma Energética” que no sólo pretendía extraer más petróleo crudo de yacimientos complicados que requiere tecnología y recursos de los que Pemex carecía, sino también impulsar las plantas refinadoras en las que invirtieran las compañías extranjeras, pero todo se complicó pues bajó tanto el petróleo que muy pocas compañías entraron a las licitaciones y además, los que llegaron pusieron más condiciones que las que Pemex ofrecía y hasta el momento no hay planes para construir nuevas refinerías en el país.
     
    Pero el aumento en el precio de los energéticos, no sólo de gasolinas, sino también del gas y de la energía eléctrica, tiene otros factores a considerar como es, por ejemplo, el componente de los impuestos que cobra el Gobierno y que no tiene pensado rebajar, pues todo el costo mayor de las importaciones se le cargará al ciudadano consumidor.
     
    Según el mencionado estudio del licenciado Salomón Guzmán Rodríguez publicado en la Revista Bien Común de noviembre de 2016, el Gobierno modificó en 2015 los artículos 2° y 2°A de la Ley del Impuesto Estatal sobre Productos o Servicios para establecer una cuota fija del Impuesto a las gasolinas, sustituyendo la fórmula variable que se tenía hasta 2015. 
     
    Los impuestos que cobra el Gobierno son, por lo tanto, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Estatal de Producción y Servicios (IEPS), pero este último tiene varios componentes que son: la cuota fija del IEPS que se estableció en 2016 en lugar de la tasa variable; más, una cuota sobre los combustibles sólidos; además una cuota para las entidades federativas y una cuota por emisiones de carbono. A todo esto, se le restarían estímulos fiscales y una cuota complementaria para obtener el impuesto total de IEPS.
     
    Aquí están los elementos con que jugó el Gobierno: por un lado un costo mayor en la gasolina importada que cada vez representa un volumen mayor, por otro, la devaluación del peso; además se asignó un IEPS mayor para 2016 al establecer una cuota fija que incrementará el impuesto en alrededor de un 60 por ciento.
     
    El Gobierno se aseguró sus impuestos, que no tiene pensado bajar y cargó todo el costo en los consumidores.

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