"Opción vital de la filosofía"

El estudio de la filosofía, y de las humanidades en general, es considerado innecesario en esta sociedad centrada en la tecnología, el mercado y el consumo. Se le percibe como un pensamiento abstracto e insulso que no reviste utilidad en la vida práctica. ¿De qué sirve -se dice- profundizar en opiniones y sistemas discordantes que no aterrizan en la realidad y solamente complican y enredan las cosas?

 

Enredar significa meter en una red, algo semejante a quedar atrapado en una viscosa telaraña. Es introducirse en un intrincado laberinto sin tener a la mano, al menos, un hilo de Ariadna que permita desandar el camino para encontrar la salida.

 

Sin embargo, esta manera de concebir a la filosofía como algo etéreo, irreal e improductivo es totalmente absurda. Si la filosofía no es práctica no es auténtica filosofía; su bagaje no consiste principalmente en conceptos sino en opciones existenciales. La filosofía no nació para elaborar oscuros sistemas, sino para iluminar y dar sentido a la vida. Su razón de ser no es la abstracción, sino la acción.

 

“Ante todo, por lo menos desde Sócrates, la opción por un modo de vida no se localiza al final del proceso de la actividad filosófica, como una especie de apéndice accesorio, sino por el contrario, en su origen, en una compleja interacción entre la reacción crítica a otras actitudes existenciales, la visión global de cierta manera de vivir y de ver el mundo, y la decisión voluntaria misma; y esta opción determina, pues, hasta cierto punto la doctrina misma y el modo de enseñanza de esta doctrina. El discurso filosófico se origina por tanto en una elección de vida y en una opción existencial, y no a la inversa”, señaló Pierre Hadot.

 

¿Filosofo existencialmente? ¿Asumo una opción vital?

 

rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf