|
"11 Razones para amar a Mazatlán"

"OPINIÓN"

""

    Tenemos historia

    Mazatlán tiene una de las historias regionales más maravillosas del norte del País. El arribo de gente de cualquier lugar del mundo marcó lo que hoy es nuestra identidad regional. Con ellos llegó la música, el baile, las letras, las artes, la cocina, cerveza y hasta mezcales.

    La modernidad vino a confundirse con la sencillez de nuestra gente y los resabios de la cultura colonial. En ese encuentro híbrido todos salimos ganando y esa mezcla de razas es hoy uno de nuestros principales orgullos. Aquí se formaron las primeras tamboras producto de ese encuentro y se oyeron por primera vez nuevos acordes en nuestras plazas que, felizmente, han sobrevivido a las ambiciones y los abusos inmobiliarios. La revolución nos llegó con el siglo 20, pero salimos medianamente limpios, de manera que podemos decir que aun con todo no somos un pueblo tatuado por la violencia, sino de pescadores, artistas y prestadores de servicios.

    Hay además en la ciudad una reivindicación de su historia y como testimonio se encuentran una gran cantidad de libros escritos por historiadores profesionales y empíricos. La ciudad se conoce y se reconoce en su pasado.

     

    Tenemos la bahía más bella

    Quienes vivimos en Mazatlán sabemos que tenemos la bahía más bella del Pacífico. También el malecón más largo y visitado. 

    Diariamente ahí se convocan miles de porteños que salen de sus casas para disfrutar del mar y sus atardeceres inolvidables. Ésos que no pocas veces culminan con el infaltable “rayo verde”. 

    Su caprichosa cadera de 21 kilómetros da cuenta de todos los rincones, desde donde se atisba ese sol juguetón con sus destellos rojos, cobrizos, naranja, grises, violáceos o azules, y los grandes volúmenes de nubes sonrientes. Sus rayos desfallecientes invitan al amor en un concierto de voces apagadas por olas molestas y para manifestarlo estallan contra la roca en un estrépito de espuma y brisa.


    Tenemos música y cantos

    Mazatlán nació como diva y rápidamente enamoró a los músicos, poetas y escritores. Los músicos alemanes bajaron de los barcos con sus tubas, clarinetes, trombones, tamboras, tarolas, cocochas y letras. 

    La fiesta se hizo en plazuelas, calles y salones. Las piezas de las marchas alemanas dieron rápidamente paso a los primeros acordes populares. Y si una querencia se mide por las palabras dedicadas al puerto, allí están los poemas de Amado Nervo, Enrique González Martínez, Roberto Owen o Pablo Neruda, sin dejar de recordar a Anäis Nin o Jack Kerouack, con su impronta escrita en obras memorables. Todos ellos en su paso por estas calles y miradores se inspiraron para escribir y describir perlas negras, crepúsculos encendidos, nubes espumosas, amores furtivos y hasta la pobreza con dignidad que circula por sus calles.

    Mazatlán también es José Alfredo Jiménez, quien le dedica una pieza memorable. Es Luis Pérez Meza, quien dejaría aquí su impronta de música y estirpe. 

    Es “Ferrusquilla”, por su amor al puerto que lo conservó hasta su viaje eterno y el inolvidable Mike Laure.


    Tenemos el mejor
    Centro Histórico 
    del noroeste

    Sin duda, mientras otras ciudades del norte fueron testigos silenciosos de la masacre contra su patrimonio arquitectónico, todavía conservamos buena parte de él y no sólo eso, lo cuidamos. Es la Plazuela Machado y el Teatro Ángela Peralta. Pero también el Paseo Olas Altas y el Paseo del Centenario. 

    Es la soberbia de la llamada arquitectura tropical y el mercado donde diariamente miles se dan tiempo para disfrutar de sus cargamentos de frutas y verduras, pescados y mariscos. Son los museos, librerías, antros. Es mirar sencillamente esa gente sola que describió con agudeza el escritor Pepe Franco.

     

    Tenemos cosmopolitismo

    La llegada a las Tres Islas de los primeros navíos en 1587 marcó nuestro encuentro con el otro. Aquéllos que llegaron desde los puertos de Europa o Asía. Eran los portadores de las lenguas y voces extrañas que poblaron con sus ambiciones, anhelos e ideas nuestras calles, plazas, hogares y escribieron los primeros libros, provocaron las primeras lecturas de autores desconocidos. 

    Aquí se creó el primer periódico de Sinaloa y probablemente del noroeste del País. Con ello vino la palabra, las primeras noticias de la música, la danza, la plástica, la arquitectura, la escultura, la rebeldía. Y nos sigue llegando gente, que encuentra en el puerto un espacio para trabajo, esparcimiento, reflexión y las artes.

     

    Tenemos el segundo faro
    natural más 
    grande del mundo

    Después del Peñón de Gibraltar se encuentra nuestro soberbio faro natural. Allá en lo alto adonde suben los intrépidos para en la fatiga inconmensurable recibir como pago un paisaje infinito que va desde las palmeras cocoteras de la Isla de la Piedra hasta el estoicismo de las Tres Islas. 

    De los lobos marinos a los lobos de mar. Del Canal de Navegación, al falo de la Cervecería del Pacífico y de ahí la larga cadera del malecón con sus monumentos homenaje a una mujer mazatleca que se presenta amable pero también voluptuosa.


    Tenemos el mejor 
    Carnaval de México

    A nada se le dedica más tiempo que a la preparación de la fiesta de la carne. Así, cuando termina uno de ellos, empieza a prepararse el siguiente con toda su imaginación y fantasía. Son sus carros alegóricos y monigotes que habitan temporalmente el malecón. 

    Pero también es la fiesta de la cultura, de las bellas artes, los grandes conciertos de ópera y música clásica. Es la coronación de la reina y la premiación del Mazatlán de Literatura. Son los Juegos Florales y la entrega del Premio de Poesía Clemencia Isaura. Es el hedonismo de la fiesta pagana en Olas Altas.

     

    Tenemos el 
    Teatro Ángela Peralta

    Escenario inmejorable en el norte del País, que desde siempre ha albergado las mejores expresiones artísticas. Por allí han pasado la propia Ángela Peralta, Celia Cruz o Adriana Varela. 

    Es la casa de la compañía Delfos, uno de los mejores grupos de danza contemporánea en México y una extraordinaria escuela de danza clásica que se ha nutrido de niños y jóvenes entusiastas que provienen la mayoría de ellos de las colonias populares. Y es música y artes plásticas. Es la sonrisa de los niños y jóvenes que ahí encontraron un sentido a sus vidas que viajan a través de las artes. Son los tenores que viajan que por el mundo.

     

    Tenemos la mejor bohemia

    En Mazatlán, como en Mérida, hay muchos rincones en el puerto donde los bohemios se encuentran mejor que en casa, y no necesitan para ello mucho dinero. Son los pequeños antros donde la gente llega a encontrarse con los amigos y un vaso de cerveza, con sus camarones y una buena dotación de pajaritos. Es la barra del hotel Belmar, el mítico 30-60-90, la cantina El Ancla de Oro o el Édgar Bar. 

    Y eso sin olvidar lugares emblemáticos de la gastronomía porteña como Pedro y Lola, El Bistro Héctor,  El Presidio, El Agatha, o todos los bares y restaurantes del Paseo de Olas Altas, especialmente aquel que regentea el pintoresco Chalio Zamudio. 

    Son los músicos de calle que van dejando su estela de ritmos sin faltar un bar donde una voz profunda canta boleros a la medianoche.

     

    Tenemos 
    conciencia política

    Mazatlán tiene una historia de desafectos políticos. Fuimos los primeros en el estado que sacamos al PRI del Gobierno municipal y lo mismo hicimos luego con el PAN. 

    No sabemos de lealtades partidarias definitivas y cambiamos de gobernantes cuantas veces queremos, porque deseamos eficacia en el tratamiento de los problemas de la ciudad. 

    Somos progresistas y queremos una ciudad donde quepamos todos. Somos tolerantes con el extraño o la preferencia sexual o religiosa. Nos gusta el deporte y la playa. El relajo. 

    Gustamos del rock y la trova. Y por si esto fuera poco. 

     

    Tenemos legión 
    de mujeres hermosas

     Las encontramos en la calle o en un autobús de servicio urbano. Son las muchachas que engalanan la calle y la playa.

    A las que luego vemos en los concursos de belleza y en las páginas de sociales. Las que acaricia la brisa azul. Son las mujeres glamorosas y coquetas del puerto. 

    Y hay quien dice, que son entre las sinaloenses las que mejores besos ofrecen a sus amados.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!