"¿Para qué votar?"

“¿Oiga, y para qué votar? Si al final ni hacen nada por uno”, si tuviera un peso por cada vez que he escuchado esta frase a lo largo de mi vida, probablemente tendría unos nada despreciables 500 pesos, sin embargo la respuesta que he dado o escuchado que se da a ese tipo de preguntas por lo general es así: “es un derecho que te otorga la Constitución”, “es una obligación”, “es un deber cívico” y es verdad, nuestro país ha tenido que sufrir y pasar por muchos impedimentos para que el voto fuera universal, no olvidemos que en México tuvimos el voto censatario el cual solo permite votar a personas que cumplan con ciertas características, como podría ser aparte de pertenecer al sexo masculino el tener propiedades, cierto nivel de educación o pertenecer a una clase social, así lo establecía el artículo 8 de la Constitución de 1836, el cual señalaba como derecho de los ciudadanos mexicanos el votar, pero para obtener la calidad de ciudadano era necesario aparte de ser mexicano, tener una renta anual de por lo menos cien pesos.

 

Ahora que está tan en boga el tema de paridad, las mujeres apenas (sí apenas) el 17 de octubre de 1953 obtuvieron el derecho a votar y ser votadas, es decir hace solo 64 años, por lo que probablemente la madre, abuela, o bisabuela de Usted amable lector en algún tiempo de su vida no podía votar por simplemente ser mujer.

 

Pero entonces sí se ha luchado por tener el voto universal, es decir, que independientemente de su sexo, religión, capacidad económica, cumpliendo con el requisito de mayoría de edad y tener modo honesto de vivir (y pensar que hay políticos que votan), ¿Por qué la tendencia de participar en las elecciones ha ido a la baja? tan solo en las elecciones estatales pasadas (2016) se ocupó un nada honroso segundo lugar de abstencionismo a nivel nacional, ya que solo votó el 45 por ciento de los electores, esto podría parecer ilógico ya que si tanto se luchó por que el voto fuera universal y poder así participar de manera directa en elegir a nuestros gobernantes, entonces ¿cuál es la causa del abstencionismo? La respuesta puede ser fácil pero no agradable: la clase política, nuestra clase política (salvo honrosas excepciones) no representa a la ciudadanía, no vive como viven la mayoría de sus ciudadanos, no tienen los problemas que tienen la mayoría, y por ende no logran conectar con sus posibles electores. 

 

¿Entonces no se puede?, si sí se puede, recordemos lo dicho por el filósofo Platón “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres” necesitamos empezar a atender como ciudadanía a la política, recordemos que de acuerdo a Jean Jacques Rousseau, la política se concibe como “actividad que tiene por objeto regular y coordinar la vida social, por medio de una función de orden, defensa y justicia para mantener la superación y la cohesión de un grupo social determinado”, por lo que si no atendemos a esta, corremos el riesgo de no superarnos y perder la cohesión que en nuestra ciudad/Estado/País debemos de tener, exijamos pues a nuestras autoridades, participemos activamente como sociedad, seamos mejores ciudadanos, critiquemos, analicemos propuestas (independientemente de partidos) y no seamos ciudadanos solo el día de la elección.

 

PD. Aparte de agradecer infinitamente la lectura, invito al lector que hizo el esfuerzo de no dormirse y terminó la lectura, a que realice un ejercicio, pregunte a cinco personas lo siguiente: ¿A qué distrito electoral perteneces? ¿Qué diputado representa este distrito?, por lo menos dos personas no sabrán la respuesta.

 

 

El autor es Licenciado en Derecho, maestro titular de las materias de Derecho Romano y Teoría General del Estado, con Diplomado “Acceso a la Justicia en Materia de Derechos Humanos”, impartido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de la Dirección de Casas de la Cultura Jurídica. Tiene Maestría de Derecho Constitucional y Amparo en la Escuela Libre de Derecho de Sinaloa.