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"Kratos"

"PISA 2016, ¿para qué?"

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03/12/2016

    Juan Alfonso Mejía López

    La modificación al Artículo Tercero Constitucional en febrero de 2013 y la consecuente armonización de los estados de la república en septiembre del mismo año, es un primer paso en el reconocimiento del Derecho a Aprender de las niñas, los niños y los jóvenes en México. Hacer de este derecho una realidad dependerá en gran medida de prácticas generalizadas detrás de cualquier normatividad. 
     
    La conquista de todo derecho es un proceso progresivo. El Derecho a Aprender no es la excepción. Se alcanza desde diferentes trincheras, sin que su vigencia esté garantizada. Siempre existirá la posibilidad de una regresión normativa o de hacer de la ley “letra muerta”. ¿Cómo impedimos que algo así suceda?
    Se evalúa para mejorar. Toda política pública requiere ser evaluada, de lo contrario se desconoce si nos acercamos al objetivo previsto. Su implementación permite por lo menos tres precisiones. En primer lugar, verifica con datos relevantes el avance de la norma al confrontarla con la realidad de su contexto: ¿se avanzó?, ¿estamos igual?, ¿no funcionó? Desgraciadamente, esta práctica está ausente de los referentes mexicanos.
     
    Rara vez evaluamos una política pública y aprovechamos la información proveída por este instrumento. 
     
    En un segundo tiempo, se enfoca en los resultados, más allá de cualquier esfuerzo. Las instituciones gubernamentales suelen centrar su discurso en una serie de acciones implementadas para cierto fin, pero pocas de ellas con logros concretos y mucho menos medibles. Lo trascendental es lo que pudo haber sido, no lo que fue.
     
    Finalmente, permite ajustes en la política pública. Gracias a la precisión de las medición, así como a la existencia de buenas prácticas, los buenos desempeños cuentan detrás de sí con factores educativos con un impacto real sobre el aprendizaje de los alumnos, más allá de factores sociales, de grupos étnicos o de instrumentos de política pública como el gasto. Determinar en qué consiste forma parte de la riqueza arrojada por el instrumento implementado.
     
    El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), por sus siglas en inglés, es un proyecto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), diseñado para proporcionar indicadores internacionales en materia de política educativa. Se interesa por la medición de las habilidades, más que por los conocimientos, entre los jóvenes de 15 y 16 años. Se realiza cada tres años, con la participación de los 34 miembros de la OCDE más países invitados. En 2012, participaron 65 países; México ocupó el lugar 52 en matemáticas, el área evaluada. Para 2015, se espera la participación ocho países de América Latina y más de 30 países invitados en ciencias.
     
    Si bien no es la única evaluación de este tipo –existen los casos de TIMSS y PIRLS, elaboradas por la Asociación Internacional de Evaluación con sede en Ámsterdam, vinculadas con las habilidades en matemáticas y lectura, respectivamente– PISA nos recuerda qué tan relevante es la experiencia escolar en la vida de los alumnos; mientras los prepara para seguir aprendiendo toda la vida, responde a las exigencias de ciudadanía y de trabajo del mundo contemporáneo.
     
    Los resultados de PISA se presentarán formalmente el 6 de diciembre por parte de las autoridades de la OCDE. Un día antes, se dará a conocer un informe ejecutivo con la información correspondiente a los países de América Latina. Más allá de cualquier triunfalismo, siempre posible de parte de las instancias gubernamentales, es importante interrogarnos si estamos avanzando o no, en la conquista del Derecho a Aprender de los niños y jóvenes mexicanos. Y, de manera más concreta, si la respuesta a esta interrogante la obtenemos de una comparación con lo internacional. A reserva de esperar los resultados, resulta fundamental impulsar políticas públicas que impulsen el aprendizaje en México de los sectores menos favorecidos.
     
    En Mexicanos Primero no buscamos que los niños y jóvenes mexicanos se conviertan en finlandeses. Ese NUNCA ha sido nuestro objetivo. Pero sí que nuestros niños y jóvenes accedan a las mismas oportunidades que en Finlandia. Ese SÍ sería un paso más en la conquista por el Derecho a Aprender de los nuestros. Que nadie se quede atrás. ¡Aprendamos todos! Habrá que estar atentos.
     
    Que así sea. 

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