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"Observatorio"

"Plaza Lemaz: explota la desidia. La tragedia no avisa dos veces"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    Sin contar con un sistema de alerta temprana, en Sinaloa las autoridades funcionan mejor recogiendo cadáveres y escombros, antes que prevenir desastres para aminorar las consecuencias. La explosión de la Plaza Lemaz en Culiacán reitera la falta de instituciones, expertos y voluntad para detectar siniestros que por fortuna hasta hoy son avisos de lo que puede venir si continúa la ausencia de previsiones.

    La suerte estuvo al lado del Gobierno estatal y municipal al ocurrir el estallido y la correspondiente ola expansiva en horario de poca afluencia al centro comercial donde inició el peligro. Más allá de los clientes de un bar que sufrieron heridas leves, el saldo deriva hacia la débil inspección y nulo control del funcionamiento de establecimientos con fuertes flujos de usuarios.

    Sin embargo los desastres no suelen advertir dos veces. La mitigación como vía para fortalecer la capacidad de respuesta ante eventuales amenazas no es el fuerte de los gobernantes sinaloenses ya que abandonan su desidia solo cuando tienen frente a sí las consecuencias. El estruendo que la madrugada del domingo provino del sector Tres Ríos debió despertar, ahora sí, al Gobierno.

    El miércoles 17 de mayo de 2017 la explosión en una toma clandestina en los ductos de Petróleos Mexicanos estremeció la zona conurbada de Culiacán integrada por la sindicatura de Culiacancito, sin lograr desperezar al aparato público. En fecha más cercana, el 9 de febrero de 2018, se suscitó otro hecho igual en la misma zona, pero en la sindicatura de El Tamarindo.

    Otras amenazas latentes de accidentes que presuponen riesgos para grupos de sinaloenses son los cruces del ferrocarril por las zonas urbanas que providencialmente no han tenido la incidencia que la desidia permite. El accidente del 22 de diciembre de 2015, en el paso de vía de la carretera El Habal-Cerritos, en Mazatlán, les costó la vida a cuatro personas y 23 quedaron heridas, al viajar en un camión de traslado de personal.

    Como reacción a esa embestida del tren el Gobierno juró que reforzaría la señalización preventiva en los cruceros de calles y carreteras con vías del ferrocarril. Nada más falso porque a los tres meses, el 12 de marzo de 2016, otro encontronazo entre locomotora y camioneta mató a cuatro personas en El Walamo, sindicatura de Villa Unión.

    Igual circunstancia se vive en las márgenes del Río Piaxtla ante el derrame de cianuro sobre el afluente que según reportes ocurrió en San Dimas, Durango. Lo más seguro es que las instancias sanitarias y de cuidado del agua actuarán hasta que tengan enfrente el primer cadáver de afectados.

    La larga lista de descuidos denota la magnitud de las negligencias. Está probado que un maloliente gas invade la atmósfera de Culiacán y la Comisión Estatal para la Prevención de Riesgos Sanitarios determina que no es dañino simplemente porque no hay víctimas registradas del desagradable tufo urbano.

    El mismo criterio se utiliza de cara a potenciales riesgos para la población. El transporte urbano y la sensación de viajar en ataúdes rodantes, el caso del niño que cayó en la fosa de un campo de beisbol en Culiacán, la imprudencia de abrir el paseo del Faro de Mazatlán sin las adecuadas medidas de seguridad, son evidencias de omisiones en lo referente a prevención.

    Cuidado. Oigamos la moraleja de la Plaza Lemaz.

     

    Re-verso

    Podría calmar a la gente,

    Ante nuevas explosiones,

    Designar a una vidente,

    Ministra de predicciones.

     

    Virus al acecho

    Otra amenaza agazapada en Sinaloa, que podría emerger en Semana Santa por el intercambio poblacional de una región a otra, es la influenza ocasionada por el virus AH1N1, cuyo foco de alarma ha sido contenido en el norte del estado. Con 35 casos confirmados en cinco meses, dos defunciones entre estos, la alerta previsora debe escalar al nivel más alto.

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