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"Visor Social"

"Por salud social, urge invertir más en educación y menos en política"

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15/09/2017

    Ambrocio Mojardín Heráldez

    @ambrociomojardi / amojardin@gmail.com / ambrocio@uas.edu.mx 

     

    Vaya que empezó movido el ciclo escolar en los espacios de educación básica, prácticamente en todo el estado. No ha habido una semana en que los medios de comunicación no refieran un paro, o una toma de escuela, como medida de padres de familia y hasta de profesores, para exigir mejoras a la infraestructura de sus escuelas, o asignación de personal docente suficiente para atender al estudiantado.

     

     

    El descuido que por décadas les ha condenado al deterioro está haciendo crisis y abriendo un gran punto de riesgo para el estudiantado  y el personal que en ellas labora. Algunos techos están casi colapsando, con goteras por todos lados.

     

     

    La iluminación es inadecuada prácticamente en todas, muchas no tienen ventanas, no tienen ventilación ni aire acondicionado, ni siquiera baños que aseguren higiene mínima para las y los estudiantes.

     

     

    Las y los padres de familia tienen razón. Casi todas las escuelas necesitan “afinación mayor” en su infraestructura.

     

     

    El asunto parece de sentido común. Las escuelas son los espacios públicos que, junto a los de salud, debieran gozar de las mejores condiciones. Ahí están las nuevas generaciones y con ellas la esperanza de desarrollo para el estado y el país y justifican la mayor inversión.

     

     

    Ya muchas naciones han dado el ejemplo. La inversión más redituable es la que se hace en educación, ciencia y tecnología. Es más, a pesar de que parece la ruta más larga, termina siendo la más corta para alcanzar los niveles de desarrollo deseados.

    Da pena ver que aquí el ejemplo no cunde y que la clase política mira eso con desdén.

     

     

    Sexenios van y sexenios vienen y las decisiones estratégicas en el área no llegan.

     

     

    Así, el desespero que los padres de familia manifiestan es más que justificado. En lugar de que se quiera atacar o disuadir, debiera ser atendido con inteligencia.

     

     

    La radicalidad ha crecido y el ímpetu que le acompaña parece haber sido desaprovechado. Detrás de la actitud recia en el reclamo hay un sentimiento de abandono que ya no se quiere soportar.

     

     

    Lamentablemente, hay ejemplos que indican que la lectura sobre ese reclamo no es la correcta. Las y los padres de familia exigen manteniendo la intención de corresponsabilidad. Esa que por décadas han hecho efectiva a través de las “cuotas voluntarias” y que ha representado la fuente básica de mantenimiento para las escuelas.

     

     

    Urge que las autoridades educativas escuchen; urge que redefinan sus prioridades y que vean como atienden la infraestructura educativa, por grande que sea el presupuesto que implique. De lo contrario, el deterioro seguirá creciendo y la inconformidad también.

    Para la gente no resulta creíble que no haya recursos. Con frecuencia se sabe de decisiones financieras que no parecen muy provechosas para la sociedad.

     

     

    Recientemente se acordó el presupuesto para los partidos políticos y el proceso electoral del año que viene y las cantidades son tan grandes que ofenden. Miles de millones a nivel nacional, sumados a cientos de millones a nivel estatal, que terminarán en campañas y salarios de la clase política, con beneficio pírrico para la sociedad.

     

     

    Es cierto que conviene cuidar y promover la vida democrática, pero el costo que supone el actual sistema electoral es tan alto y los beneficios que ofrece el ejercicio contemporáneo de la política es tan pobre, que resulta muy fácil ver como se vuelven dinero “tirado”.

    Con facilidad la gente se pregunta ¿Por qué no hacer recortes en ese sistema de tal forma que se elimine los excesos y se reinvierta en infraestructura para educación básica? ¿Por qué no hacer un plan de mediano plazo que reordene las prioridades y permita rescatar al sistema educativo del descuido en que se encuentra? ¿Qué mejor inversión que la que busca darle a las generaciones de niños condiciones para su desarrollo óptimo?

     

     

    Al fin del camino, todo indica que nada extraordinariamente malo pasaría con la política, y en contraparte quedaría la esperanza de que algo extraordinariamente bueno empezaría a pasar con la educación. ¿O usted qué opina?

     

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