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"Opinión"

"Pucheta y ‘La Gilbertona’"

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    Pucheta es un Alcalde extravagante que rompe protocolos y muestra su desdén por la formalidad. Fernando Pucheta Sánchez es un político hecho a tierra, en la barriada mazatleca que dice “hacer click” con la gente por su sencillez y humildad, un modelo de populismo marismeño que le da para presumir ser el munícipe “consentido” del Gobernador.
     
    Ganó por poquito en una elección cerradísima que se terminó de resolver en tribunales, pensar que gobierna con la aceptación de la mayoría es uno de los principales errores de él y sus estrategas. Los desplantes, la vulgaridad y los excesos son cosas de su hechura y formación, de la deformación del sentido de lo público y de la falta de educación que ha llevado a Mazatlán a ser nota nacional más por sus declaraciones que por sus acciones.
     
    El que escribe aprecia y disfruta de la cultura popular, de las expresiones más puras del arte urbano o arte de barrio, de la música de viento y los sonidos con guitarras, tubas y acordeones. Soy un convencido de que las manifestaciones artísticas más nutridas de la modernidad tienen sus influencias en los círculos de las clases desprotegidas.
     
    El Estado y sus gobiernos deben difundir la cultura pero no influir perversamente en ella, deben divulgar las artes porque en ellas se forma con libertad el espíritu de las naciones. Cuando los gobiernos invierten recursos públicos en el montaje de eventos populares deben entender que, en algunos casos, esos contados eventos lúdicos son el único medio de acceso a la cultura y las artes. Saber qué ofertarle al público es un deber ético del gobernante.
     
    El Alcalde mazatleco anunció en la programación semanal de la Hora Municipal la presentación de -cito textual - “La Gilbertona”, un personaje cómico de sobrada picardía que ha ganado notoriedad y popularidad en redes sociales por su manera desenfadada de abordar temas con alto contenido sexual explícito.
     
    La posmodernidad ha traído con ella la trivialización del espectáculo, el aplauso fácil, la vulgarización del entretenimiento.
     
    El gobernante mazatleco no es ajeno a ello, y en el afán de mantener “conexión con la gente” toma decisiones absurdas, compromete recursos públicos en banalidades. 
    Poniéndolo en los mismos términos en los que se expresan él y su invitado, Pucheta está gastando en “pendejadas” los recursos de las y los mazatlecos. 
     
    Lo digo porque así lo pienso, siento vergüenza de ver un Alcalde así en la Perla del Pacífico. Máxime cuando los mazatlecos son herederos de una tradición cultural y artística vasta, nutrida, universal. De hombres y mujeres que son un orgullo nacional como el pintor Antonio López Sáenz, el talentoso Enrique Patrón de Rueda, o la pionera de la danza sinaloense Lupita Castro formadora de generaciones de grandes bailarines. Qué decir del fotógrafo Martín Gavica o el extraordinario músico Israel Torres Araiza. 
     
    Mazatlán tiene tanto qué presumir y tanto de qué hablar en las colonias populares, como la obra humanista de las educadoras pilares en la formación de valores cívicos y la filantropía como lo fueron la señora Agustina Monterde y Romanita de la Peña. O la obra de música popular por excelencia de dos grandes exponentes de la cultura sinaloense como don Cruz Lizárraga padre de la Banda de El Recodo, o Ramón López Alvarado fundador de la inigualable Banda La Costeña. Por eso es que sostengo que Fernando Pucheta le falta al respeto a su tierra, al legado de sus ilustres al hacer de “La Hora Municipal” un espacio de groserías y vulgaridad.
     
    Decía Aristóteles que “las artes reflejan las más altas aspiraciones del ser”. Si el show de “La Gilbertona” es la expresión que según Pucheta merecen los mazatlecos, la altura de sus aspiraciones está por los suelos.
     
    Si las pretensiones del Alcalde van en el sentido de la reelección, tendrá que replantear el sentido de su Gobierno, la seriedad de sus dichos y el respeto para con los ciudadanos. El Gobierno es también reflejo del espíritu del gobernante, un gobernante culto suele impulsar la cultura, un gobernante deportista apoya con tesón al deporte, un gobernante educado impulsa con ahínco la educación. Pucheta impulsa a “La Gilbertona”... Saque usted sus cuentas y así nomás quedó. Luego le seguimos.
     

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