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"DESDE LA CALLE"

"¿Qué nos traemos de Medellín?"

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DESDE LA CALLE

    Desde que las políticas locales de algunas ciudades colombianas como Medellín y Bogotá tomaron fama mundial, en cada administración municipal los funcionarios, regidores y sus asesores viajan a Colombia o contratan colombianos para aprender de las soluciones en temas como el control de la inseguridad, transporte público, y ordenamiento territorial.

     

    En tal efervescencia, y a pesar de que es mayor la publicidad que las evidencias de los resultados, hemos importado técnicos y copiado, o al menos intentado copiar, algunos de los proyectos que se implementaron en esas ciudades porque "si funcionaron allá también lo harán aquí".

     

    Cuando tratamos de imitar la ciclo pista, el parque biblioteca, el Transmilenio y en algunas ciudades incluso el Metro Cable, nos topamos, más allá de la falta de recursos, con la ausencia de los marcos legales, organizacionales y de acuerdos entre actores, entre otros aspectos necesarios para su implementación. Esta situación se repite una y otra vez porque no realizamos análisis pertinentes de las experiencias en los casos de éxito; en lugar de observar los procesos mediante los cuales una colectividad logra primero identificar sus problemáticas y luego ponerse de acuerdo para darles soluciones creativas, queremos importar las soluciones ahorrándonos la tarea de estudiar nuestra propia realidad y crear nuestras propias salidas. Miramos el dedo, y queremos imitar el dedo, cuando éste apunta a la luna.

     

    En el caso de Medellín, desde que la ciudad tomó fama internacional por su drástica reducción de las tasas de homicidios a partir de la administración de Fajardo, las políticas de urbanismo social que se implementaron son un referente en los estudios de violencia urbana. Y aunque la relación entre estas medidas y la reducción del crimen ha recibido cuestionamientos – algunos  estudios como el de Caroline Doylen (2018) plantean una razón "alternativa" a la reducción de los asesinatos: las negociaciones y arreglos entre las bandas delincuenciales – el mejoramiento en la calidad de vida en los barrios más conflictivos y pobres les han valido reconocimientos como el premio "nobel" de las ciudades, el Lee Kuan Yew World City Prize y el reconocimiento de la agencia de innovación australiana 2ThinkNow como ciudad innovadora.

     

    Los aciertos de Medellín y de otras ciudades han estado relacionados con el reconocimiento de la inseguridad, al menos el que tiene que ver con la violencia urbana, como un problema de inequidad social y espacial. No obstante, quizás su mayor virtud ha sido el desarrollo de una ciudadanía participativa, institucionalizada y no institucionaliza; desde esquemas de planeación participativa, presupuesto participativo, organizaciones de la sociedad civil y colectivos de voluntarios. Entre la diversidad de grupos de opinión, aquellos que apuestan por la cultura y el diálogo para la paz se han fortalecido de manera considerable durante los últimos años y han ganado espacios con o sin el apoyo gubernamental.

     

    Un ejemplo de grupos que desarrollan acciones a favor de la cultura y la paz es el colectivo de artistas que organiza el Festival Internacional de la Poesía en Medellín, que desde hace 28 años convoca a los ciudadanos a escribir y leer poesía, y reúne en la ciudad a importantes poetas que realizan talleres en las comunidades. De acuerdo con sus creadores, el festival es la manera de responder "al constante deterioro del espíritu en la ciudad y a la oscuridad reinante".

     

    A través de la poesía, si bien es cierto no se combate al crimen, y quizás tampoco tiene un impacto mayor inhibiendo conductas delictivas, los artistas y ciudadanos convocantes facilitan un espacio para la discusión a través del arte. En la poesía se expresan los dramas cotidianos de la violencia y se preserva la memoria colectiva.

     

    Como bien lo definió Graciela Maturo en el último evento: "La poesía no construye la paz, pero nos prepara para su advenimiento". En el presente año, el movimiento ha emprendido al "Campaña Poética Mundial por la paz de Colombia" en conjunto con el Movimiento Poético Mundial y Palabra en el Mundo, para respaldar la obligatoriedad de un acuerdo político que ponga fin a la guerra entre el Estado y las FARC.

     

    Analizando apenas algunos antecedentes de Medellín como caso de estudio, me he preguntado si la próxima vez podemos importar mejor a los ciudadanos organizados en vez de los técnicos y sus soluciones pre fabricadas.

     

     

     

    Pequeña nota sobre la poesía en Culiacán

     

     

    En Culiacán, los ciudadanos han creado un espacio extraordinario llamado "Martes de Poesía". Esta semana tuve la oportunidad de participar en este evento que reúne a aficionados y, yo diría, a todo aquel que tiene algo que expresar. En el Martes de Poesía se rompen silencios, se dialoga sobre la invisibilizada muerte violenta, las injusticias rutinarias, y se grita "no al olvido" en una especie de terapia colectiva. En esta ocasión llamaron la atención dos chicos que pasaron al escenario a leer poemas de su autoría en los que expresaban dolor y frustración por la reciente desaparición forzada del joven Jorge Ricardo Díaz Montalvo. Me permito compartir un extracto de uno de los textos, con el permiso de su autor.

     

     

     

    Yo soy culpable,

     

    Porque me callo las injusticias por miedo

     

    Por comodidad.

     

    Ahora me falta un amigo,

     

    y es mi culpa.

     

    Y es tu culpa también.

     

    Todos dejamos que pasara.

     

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