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"OBSERVATORIO"

"¿Quién mató al tiburonario? Impunidad, el tiro de gracia"

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OBSERVATORIO

    Existen altas posibilidades de que la investigación sobre el colapso del tiburonario de Mazatlán quede archivada, sin definir ni sancionar responsabilidades. La indagatoria ha avanzado poco y más allá de generalidades que en su mayoría señalan omisiones de supervisión y control de calidad de la obra, resultará difícil inculpar a algún servidor público de alto nivel.

    Lo que se ve venir es que será dinero tirado a la basura los 80 millones de pesos que le costó al erario la construcción de esta nueva sección del Acuario de Mazatlán, misma que acabó siendo un monumento a la corrupción.

    La complejidad en definir responsabilidades penales consiste en el manoteo de ese recurso público durante un sexenio entero y las tres administraciones municipales que duró el proyecto, desde su concepción a la terminación. Se pelearon por controlar la lana y nadie se preocupó por vigilar la calidad técnica de la obra.

    Desde agosto de 2010, cuando se presentó el plan para construir el tiburonario, asomaron las codicias por encima de la importancia de la gran pecera que buscaba seducir a turistas ya aburridos de venir a Mazatlán y encontrar siempre lo mismo.

    Ese año, el último de la administración municipal de Jorge Abel López Sánchez, se habló de una inversión de 20 millones de pesos.

    Enseguida vinieron Alejandro Higuera Osuna, que le permitió manos libres al Gobernador Mario López Valdez, y Carlos Felton González, quien se convirtió en testigo de piedra de la edificación de un tiburonario ideado, manipulado y finalmente tronado por los "tiburones" malovistas de la corrupción.

    Tantas manos metidas en una sola cloaca, demasiados presuntos culpables y exceso de roedores tapándose la cola entre sí, dificultan las investigaciones. Es casi un hecho que en la red de complicidades, omisiones y desfalcos caiga solo una directora del Acuario para ponerla ante la justicia o, si media algo de vergüenza, mejor cerrar la indagatoria sin indiciados.

    Las periciales y declaraciones derivadas de citatorios a ex funcionarios municipales carecen de elementos de prueba. Son algo así como cien cleptómanos que se apuntan entre sí dentro de una caverna y gritan al unísono "ahí va el ladrón, ¡atrápenlo!".

    De un momento a otro los dictámenes de la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Transparencia y Rendición de Cuentas aportarán a la impunidad de los tres alcaldes que por complicidades u omisión tienen que ver en este asunto. Sobre todo Felton, sobre quien pesan más las sospechas y las presiones para que responda sobre la afrenta en que acabó siendo aquello que pretendía ser un atractivo turístico más.

    Nada pasará más allá de un charalito lanzado a las fauces de los tiburones de la política corrupta. Apostémoslo con base a la suficiente jurisprudencia que existe en Sinaloa respecto a denuncias sin castigo de obras mal hechas, a precios inflados.

    La justicia no da para enjuiciar a gobernantes que abultan los costos de inversiones en infraestructura como la mejor manera de hincharse los bolsillos y las cuentas bancarias. El "ten percent" seguirá vivo, regocijante.

     

    Re-verso 

    Se lee en el escusado,

    Este rústico corolario:

    Abre retrete el Estado,

    Hoy en el tiburonario.

     

    El que sigue

    Hizo bien el empresario hotelero Ernesto Coppel Kelly en detener el proyecto de Parque Central de Mazatlán hasta que pasara el tsunami sexenal de corrupción que arrasó con el tiburonario y cuanto presupuesto se destinó a la industria turística. Ahora, cree, llegó el momento de esta gran obra.

     

    alexsicairos@hotmail.com

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