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"OPINIÓN"

"¿Quirino o el malovismo?"

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    Si el castigo solo se queda en la inhabilitación como funcionarios públicos de Armando Echeverría y José Luis Sevilla, Secretarios de Finanzas y Obras Públicas del Gobierno Mario López Valdez, Quirino y su equipo serán parte de una farsa mal montada, y considerados traidores a la confianza y la esperanza depositada en ellos, pero si dan el paso, y proceden para empezar contra Armando Villareal que no ha enterado del destino de 1 mil 075 millones de pesos del Instituto de Pensiones (IPES) la situación podría resultar diferente. 

    López Valdez, recordemos, llegó al Gobierno del Estado con un triunfo sin precedente en el Sinaloa, tanto porque iba como candidato opositor, como por la diferencia de votos respecto de Jesús Vizcarra, el candidato del PRI. Se erigió como Gobernador con un gran capital político y en los primeros días, en las primeras semanas, las primeras decisiones públicas que tuvieron que ver con la integración del Gobierno, lo empezó a dilapidar en forma estúpida. 

    Y no es un exceso verbal, alguien que tiene un capital político, lo cuida y riega como un jardín japonés, y busca hacerlo crecer a cada momento quitando lo que estorba, porque las carreras políticas se cultivan y él tenía un futuro promisorio si terminaba bien su gobierno, tendría la experiencia, los amarres y su carácter campechano florecería entre tanta formalidad. 

    Así, de haber hecho un gobierno menos cuestionado podría estar en la jugada presidencial como lo está hoy Rafael Moreno Valle, un político menos carismático y popular, que busca la candidatura del Frente Ciudadano, sin embargo, para muchos sinaloenses Malova hoy es simplemente otro gobernador corrupto que tarde que temprano caerá en manos de la justicia como Tomás Yarrington, Eugenio Hernández, Javier Duarte, Tomás Borge o, como podría suceder, en cualquier momento a César Duarte y los hermanos Moreira.

    Hay quienes desde hace un tiempo buscan persuadir de que los hechos corruptos, si bien existen, apuntan hacia funcionarios de primer nivel del “gobierno del cambio”, como podría confirmarse con las recientes inhabilitaciones de Echeverría y Sevilla, y eso pone a Malova libre de excesos y hasta podrían abonar diciendo que también es una víctima de la confianza depositada. 

    Un argumento de este tipo pese a lo lógico que puede resultar, es un flaco favor al ex gobernante, pues deja entrever que el Gobierno de Malova fue confiado, ausente, delegativo y eso no lo vimos los sinaloenses, estaba en todas, viajaba constantemente por todo el estado, negociaba e iba adonde lo requerían, su naturaleza era proactiva, su perfil no era el de aquel Gobernador que hizo del Palacio de Gobierno un bunker o de los que les meten goles. Entonces, es obvio que sabía lo que pasaba en cada una de las dependencias de su administración y como se gastaba cada peso de los contribuyentes. 

    Pero, concedamos el beneficio de la duda, y aceptemos que realmente así fue que delego y le fallaron sus subalternos, dónde queda el valor de la responsabilidad política. Él fue electo con generosidad para gobernar, no sus funcionarios que personalmente designó, como se ha dicho siguiendo la ruta cuestionada de “cuotas y cuates” y eso implica responsabilidad compartida por lo que estaría obligado a coadyuvar en las indagatorias puestas en marcha.  

    Nadie, más, es responsable de las omisiones y acciones que hayan cometido. Debería haber sido él quien pusiera las denuncias contra sus funcionarios corruptos y nunca fue así, ni será, durante su Gobierno y ahora en las investigaciones prevalece un sentido de cuerpo, nadie se raja, y por eso nadie jala él mantel. 

    Hoy, mismo, lo vemos con la mayoría de los inhabilitados en la función pública, asumen todavía que son equipo en las buenas y las malas. Que están pasando por un mal temporal, pero que pasada la tormenta, todo volverá a estar en su lugar y no sólo eso, buscarán jugar en 2018, para recuperar fichas de negociación.

    Sin embargo, no hay que dar mucha vuelta para saber, Armando Echeverría acordaba con la frecuencia necesaria con el Gobernador, y seguramente muchos, muchísimos cheques, que él firmaba era por una orden que le daba el superior. 

    Ya Sevilla ha dicho a los medios que muchas obras venían etiquetadas a empresas constructoras. Que no se licitaban. No hay manera de existir una autonomía del funcionario que lo exima y que en el proceso de asignación de recursos públicos ellos podrían sacar su propio beneficio.

    Bueno, en el limbo de las responsabilidades, todo indica que podría no pasar de las inhabilitaciones y que los más de 2 000 millones puestos en entredicho administrativamente pasaran a los pasivos del gobierno, y es por eso que la gente al ver tal “castigo conforme a la ley”, como lo ha dicho el propio Gobernador, se pregunta y ¿la lana? 

    No hay ningún indicio que a estos funcionarios y la cadena de complicidades se les vayan a confiscar bienes y cuentas públicas, dentro y fuera del País. Menos que se le vaya a procesar penalmente. Porque alguien que roba, o suavicemos con un eufemismo, desvía recursos públicos, no resarce su delito o falla devolviendo el monto del hurto. Se le encausa penalmente y no se le deja en libertad para que se dedique a disfrutar de ese dinero mal habido. Es la exigencia que reclama la gente. Que haya castigo y todo esto mediático no termine en una burla más.

    Quirino Ordaz, salió a dar la cara a los medios, junto con su Secretario de Gobierno, para informar que respecto a los más mil millones pesos “perdidos” del Instituto de Pensiones, Armando Villareal no ha satisfecho los requerimientos que se le han hecho y eso obliga al menos en este caso proceder y fincar responsabilidades penales. 

    El Gobernador ya dio el paso al anunciarlo a los medios, mal se vería quedarse en ese nivel, la expectativa es muy alta en franjas importantes de la sociedad, quizá no está viendo lo suficiente para entender que el tema de la corrupción le costó al PRI en 2016 siete de las 12 gubernaturas que estuvieron en juego y esto podría volver a suceder en 2018, pero ya no en los estados, sino la propia Presidencia de la República y el Congreso de la Unión.

    Por eso, el dilema para muchos es ¿Quirino o Malova?

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