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"DUEÑEZ* EMPRESARIA"

"Realismo y relativismo"

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DUEÑEZ* EMPRESARIA

    No llamar bien al mal, ni mal al bien. Que sí sea sí, y no sea no.

    El artículo anterior de esta serie fue “Desde el principio”. Ahí mencioné dos principios fundamentales. Uno referente a todo lo teórico: “principio de no contradicción”, que es el primer principio de toda realidad y conocimiento. Y otro referente a todo lo práctico: “haz el bien y evita el mal”, que es el primer principio de la ética. Hoy veremos la oposición entre el realismo y el relativismo.

    En el conocimiento hay algo que se conoce y alguien que lo conoce. A lo que se conoce se le llama objeto conocido, y al que lo conoce se le llama sujeto cognoscente. Y claro, además está el conocimiento mismo, mediante el cual el sujeto cognoscente conoce al objeto conocido.

    El realismo sostiene que el conocimiento del cognoscente se adapta a la realidad del objeto conocido, es decir, que el solo conocimiento del cognoscente en nada afecta al objeto conocido, y que por tanto, como cognoscentes solo somos espectadores de lo que conocemos; para afectar o alterar al objeto conocido no basta con conocerlo… ¡hay que meter la mano!

    Y así, cuando nuestro conocimiento se adapta a la realidad del objeto, conocemos con verdad; y si discrepa de la realidad del objeto, hay error en nuestro conocimiento. La verdad es la adecuación de nuestro conocimiento con el objeto conocido.

    Por ejemplo, si decimos que la Tierra es un planeta, estamos en la verdad, y si decimos que la Tierra es un perro, estamos en el error; o si decimos que 2+2=4 estamos en la verdad, y si decimos que 2+2=5 estamos en el error; o si decimos que robar es malo, estamos en la verdad, y si decimos que robar es bueno, estamos en el error.

    Hay una verdad acerca de las cosas, que no es mi verdad, ni tu verdad, ni su verdad, sino la verdad o realidad del objeto conocido.

    Los relativistas sostienen que el conocimiento del objeto es relativo al sujeto cognoscente, por lo cual se le llama relativismo y también subjetivismo. Según ellos para un sujeto robar será malo, para otro no será tan malo, y para otro será incluso bueno. Ellos sostienen que puede haber una verdad distinta para cada sujeto: mi verdad, tu verdad, su verdad, etcétera. Y así, no seríamos sólo espectadores del objeto conocido, sino modificadores del mismo, o incluso creadores del mismo. Seríamos semejantes a dioses.

    La consecuencia de eso es que habría una ética para cada quien, una ética relativista o subjetivista, o también individualista o de situación. Y así, robar no sería simplemente malo, sino que dependería de cada situación; en esta situación podré decir que robar es malo, pero en otra situación podré decir que no es malo, y en otra incluso podré decir que robar es bueno, según yo lo vea, o según me convenga. Por lo cual no podrá haber una ética común a todos los seres humanos.

    Y si lo que es bueno para ti es malo para mí, estaremos de pleito. Y si lo que es bueno para una nación es malo para otra, ambas naciones estarán de pleito o incluso en guerra. El relativismo y la ética que de él se deriva no promueve la paz, sino la guerra. Por eso lo sensato es que la verdadera ética sea realista, no relativista; lo cual no impide que se consideren las circunstancias. El gran poeta Antonio Machado, se declara realista de la siguiente manera:

    “¿Tu verdad? No. / La verdad. / Y ven conmigo a buscarla. / La tuya guárdatela”.

    La verdad debemos buscarla, adaptándonos a su realidad. No es algo que podamos decidir. Hay cosas que se deben averiguar, y otras que se deben decidir. ¿A qué hora es el concierto? Lo debemos averiguar. ¿Iremos al concierto? Lo debemos decidir. En el relativismo se decide lo que se debe averiguar. Hoy vivimos en una época tremendamente relativista: el aborto es una “interrupción del embarazo”; la eutanasia es una “muerte digna”, ¡etcétera!…

    Hoy los empresarios tenemos mucho peso, por lo que podemos y debemos apoyar el realismo, sobre todo en la ética empresarial. Y debemos profundizar en la realidad de la persona y su  dignidad; y en sus derechos y obligaciones, que sólo existen de cara a personas (otro artículo).

     

    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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