"Reprobados"

Editorial

Puede ser que los niveles de violencia que se viven en estados como el de Sinaloa tengan su raíz en la disputa de grupos delictivos por el control de actividades ilícitas. Puede ser, también, que muchas de las víctimas de esa violencia no encuentren justicia por un sistema que no ha sido eficiente para procurarla e impartirla.

Pero ¿qué pasa con la prevención de los delitos? Las familias deben hacer sus propias tareas. Las escuelas tienen una función qué cumplir. Y el Gobierno, debe garantizar que la sociedad encuentre las oportunidades para vivir mejor a través de medios legales, al alcance de todos.

Y también, se debe contar con una policía capaz de responder a las exigencias de estos tiempos, como este año, en que los niveles de homicidios han alcanzado cifras históricas, no solo en Sinaloa, sino también en el País.

Las cifras que de manera periódica se divulgan deben preocupar a muchos. En Sinaloa, un 53 por ciento de los policías están calificados como no aptos para desempeñar el cargo que se les ha confiado. Y eso, hace que las policías sinaloenses sean las primeras del País en esas condiciones.

Mientras el Gobierno no sea capaz de ofrecer los incentivos adecuados para que los cuerpos policíacos cumplan de manera comprometida sus funciones, en Sinaloa y en otros estados se tendrán agentes que no estarán al nivel que la sociedad requiere.

Y por lo tanto, sin incentivos suficientes y con corporaciones policíacas deficientes, los niveles de inseguridad y de violencia que se padece en Sinaloa y en México seguirán sumando marcas históricas.

¿Que se tiene que hacer algo con urgencia? Sin duda, se requiere dar ese paso. Pero nadie se atreve y ni saben cómo. Parecería como si se esperara a que la violencia se resuelva sola. Y así, han pasado años sin que nada cambie.

Sinaloa puede ser un estado seguro. Claro, si el Gobierno se comprometiera a tener cuerpos policíacos eficientes y competitivos, con los sueldos adecuados, el equipo necesario y los incentivos suficientes para permanecer y cumplir con su deber. No parece una tarea complicada. Solo basta que quieran, para que las cosas cambien.