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"OBSERVATORIO"

"Retenes y policías paranoicos Primero matar, luego indagar"

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OBSERVATORIO

    Como a cualquier ciudadano que guarde una pizca de indignación en estos tiempos de aparente indiferencia, a todos nos debería resultar imposible retraernos del drama que vive la familia de Irma Salazar, la mujer que no pudo detener su automóvil en un retén y recibió, ella, su hija y dos nietas, la ráfaga instintiva de policías federales.

    Es la jungla que habitamos. El miedo que respiramos todos es el mismo que enceguece a los elementos de seguridad pública que ven en cada vehículo, en cada ruido o en cada cosa que se mueve, a un gatillero del narcotráfico.

    Vivimos apuntándonos unos a otros, los ciudadanos de paz empuñando el arma de la denuncia pública y los delincuentes y policías poniéndonos sus rifles en la sien. Ruleta rusa o versión aumentada de “Los juegos del hambre”, llegamos al límite del desafío de ver quién cae antes que nosotros.

    Indolencia aparte, pongámonos un momento en la situación que vivió la maestra Irma Salazar en el kilómetro 122 de la carretera de Culiacán a Mazatlán. De pronto ve un retén, trata de parar el vehículo, le fallan los frenos, atropella a un policía que intenta bloquearle el paso y en respuesta el resto de los agentes descargan sus armas contra ella y su familia.

    Y hagámonos todas las preguntas posibles. ¿Por qué retenes sorpresivos en carreteras, caminos y calles que sólo son visibles cuando se está a pocos metros del punto de revisión? ¿Qué tan capacitados están los policías que participan en tales bloqueos? ¿Quién ha orientado a la población pacífica sobre cómo actuar en caso de no poder detener el vehículo debido a fallas mecánicas?

    ¿Cómo adivinar si se trata de retenes policiacos y no de delincuentes disfrazados de policías? ¿Qué pasa con la señalización a distancia que permita reducir la velocidad del automóvil desde kilómetros antes de llegar al punto de revisión? ¿Funciona la estrategia inconstitucional de los retenes, mismos que la verdadera delincuencia elude con facilidad? ¿Necesitamos retenes o más trabajo de criminalística?

    Por lo pronto no hay respuestas, solo víctimas. Dos mujeres y dos niñas gravemente afectadas, así como un policía muerto, serían motivos de sobra en cualquier lugar del mundo para que gobierno y sociedad estuviéramos discutiendo, ahora, las estrategias y políticas de Estado que se necesitan para la salvaguarda de los pacíficos, que somos los más.

    En este punto de revisión de conciencia y estrategia tenemos que detenernos. La misión imposible encargada al Gobierno, consistente en abatir al crimen más organizado que las instituciones responsables de afrontarlo, tiene posibilidades intermedias que ayudarían al menos a salvar vidas humanas inocentes que están en riesgo al penetrar las zonas de guerra del narco o de policías.

    Empecemos pidiéndoles perdón a Valeria y Emili, las dos niñas que sanarán de las heridas físicas pero les perdurarán las lesiones del alma. Voz de arranque, siquiera, a medidas que atenúen el salvajismo y fortalezcan la civilidad.

     

    Re-verso

    Ahí coloca el Gobierno,

    Conos en color naranja,

    Que delimitan la franja,

    Donde inicia el infierno.

     

    ¡Prensa, no disparen!

    El ataque a balazos que le quitó la vida a Miroslava Breach Valducea, corresponsal en Chihuahua de La Jornada, cubre con el manto negro del miedo al sector de la prensa que investiga, exhibe y reflexiona sobre la corrupción que hizo metástasis en el servicio público. Y si no hay garantías para el periodismo libre, entonces qué es peor: vivir callando o morir denunciando.

     

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