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"PUERTO VIEJO"

"Simple y..."

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    Los mexicanos estamos atrapados entre dos luchas por el poder, la de la delincuencia organizada y la de la clase política; ambas han propiciado muchos negativos y atorado nuestras aspiraciones de vivir en tranquilidad y ser beneficiarios de un desarrollo social más equilibrado.
    En el caso del narcotráfico, desde hace varios años los diferentes grupos que se disputan los territorios, o bien la organización interna de los mismos, al caer un capo, han provocado una sangrienta guerra que no parece tener fin, llevándose entre las patas la frágil paz social expuesta a las balaceras y a la diversificación de las actividades delincuenciales que se traducen en despojo de vehículos, extorsiones y secuestros, ante la pasividad de una autoridad cómplice, omisa y cobarde para ejercer sus funciones.
    La lucha por el poder en el mundo delincuencial de nuestro país nos ha birlado la tranquilidad y los daños que como colectivo nos ha causado, son incalculables.
    En cuanto a la disputa por el poder que se da en la arena política, es igual o peor de violenta que la que se escenifica en la llamada delincuencia organizada; si bien es cierto que las inacabables escaramuzas entre los grupos en conflicto no se dan a base de balaceras y levantones,  también impactan de manera negativa en la tranquilidad social.
    Agrego que una que otra vez, se anotan muertes simuladas como accidentes y no es ajena a las desapariciones forzadas.
    La clase política, a través de sus partidos, enarbolando falsas banderas, lucha por el simple sentido del poder por el poder y todo lo que esto significa, olvidándose de sus bases doctrinales y de su misión teórica, que es la gestión del bienestar social y la construcción de un escenario que propicie el desarrollo de la ciudadanía y, en consecuencia, del país.
    Los desencuentros entre las organizaciones políticas, siempre bajo falsas promesas de beneficio colectivo, no solo perturban la armonía social, también le roban a la ciudadanía las posibilidades de un mejor futuro, al depredar el tesoro público y al someter el trabajo legislativo a los intereses políticos y no al del que se supone, son los destinatarios.
    Todo ello se refleja en una población golpeada por la corrupción y mayoritariamente sumida en la pobreza; en sistemas de educación y salud pública atascados en la mediocridad, muy alejados de lo que dignidad humana merece; en ejércitos de jóvenes desempleados o mal pagados laboralmente, que fácilmente se convierten en presas de los brillosos señuelos que les siembra la delincuencia para reclutarlos.
    La codicia de la clase política por la conquista del poder, también ha dado pie a la alarmante corrupción que priva en todas las instituciones que conforman el sistema de gobierno en sus tres niveles.
    Por eso me permito aseverar que las peleas de callejón que escenifica la clase política son un símil acentuado de las sangrientas luchas entre los delincuentes, con el agravante de que a los bandos políticos los financiamos de manera directa para que lleven a cabo sus labores. Son miles y miles de millones los que cada año reciben; cantidades que son la envidia de los sistemas públicos de beneficio social.
    Y con las trifulcas políticas nos pasa lo mismo que con las de los bandos delincuenciales; son tantas y tan frecuentes, que las hemos dejado de lado, como si no nos afectaran y obvio, estamos pagando la consecuencia de considerar que la cosa pública solo les compete a los políticos.
    Estamos en los albores de un nuevo proceso electoral, que concluirá en 2018 y ya vuelan por todo el territorio nutridos lanzamientos de apestoso lodo entre los contendientes, cuando uno esperaría que se aplicaran en  propiciar un ambiente electoral a base de ideas y debates que redunden en políticas públicas encaminadas a conseguir un verdadero desarrollo social y un tejido social fuerte.
    Bajo tales planteamientos los encontronazos entre Margarita Zavala y el ambicioso Ricardo Anaya. Los que frecuentemente escenifican éste y Enrique Ochoa Reza y el montón que todos le echan al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, y a la inversa, él que éste lanza en reversa, no son con el ánimo de plantear el proyecto de una mejor nación.
    Simple y llanamente, los pleitos que se dan, hoy y siempre, entre los políticos, son guiados por el ánimo de controlar el poder y beneficiarse de todos los beneficios que esto acarrea ¡Buen día!

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