@RonaldoGonVa
Es muy temprano aún para anticipar posibles desenlaces de los comicios locales de julio próximo en Sinaloa, mismos que, como se sabe, serán concurrentes con los federales. Sin embargo, los escenarios prefigurados hasta el momento no son muy favorables al PRI.
A diferencia de las elecciones locales del 2016, en esta ocasión tenemos, para empezar, un telón de fondo nacional que sin duda impactará en el ánimo de quienes votarán para diputados, presidentes municipales y regidores el domingo 1 de julio de este año.
El contexto de la elección federal, ciertamente, no es nada alentador para la coalición Todos por México, conformada por el PRI y sus aliados del PVEM y Panal. De acuerdo con los últimos sondeos, ni la percepción del gobierno de Peña Nieto, ni la figura de Meade, contribuirán a fortalecer las campañas de sus candidatos en Sinaloa. Todo lo contrario, la estrategia tendrá que ser que las campañas locales le abonen a las federales.
Un factor más es que ahora no estará en juego la Gubernatura estatal, es decir, no aparecerá una candidatura que articule una expectativa concentrada en una personalidad. Es mucho más difícil convertir en votos la acreditación de un gobernante en funciones que la de un candidato que está puesto en valor en una contienda electoral. Como dijo René Étiemble: es más fácil ser inteligente en la oposición que en el poder, e igualmente, diríamos nosotros, se es casi siempre más popular al margen que al frente del poder. Esto obligará, con toda seguridad, a que dicha virtualidad se traslade a las fórmulas que compitan por las senadurías.
He aquí un primer reto. Con fórmulas potentes, como las encabezada por Rubén Rocha Moya por la alianza encabezada por Morena, Héctor Melesio Cuén por la coalición Por México al Frente, y Manuel Clouthier por la vía independiente, y sin Jesús Vizcarra en el juego, el PRI tendrá muy escasas posibilidades de integrar una fórmula, por un lado, con probabilidades ciertas de triunfo, y por otro, que sea un motor de arrastre de votos hacia las candidaturas locales y, sobre todo, la presidencial.
Jesús Valdés parecía una buena carta, pero la estricta lógica es comprensible: hay que garantizar Culiacán, el municipio más importante social y políticamente. Valdés Palazuelos va por la reelección inmediata en la capital y eso se entiende: hay que concentrar las posibilidades de triunfo donde sea posible. No obstante, la pregunta se impone: si no son ni Jesús Vizcarra ni Jesús Valdés, ¿quiénes pueden acercar una certeza de victoria al PRI en las senadurías por Sinaloa?
En términos puramente aritméticos, César Velázquez Robles escribió dos puntuales e informados artículos hace unos meses (“Sinaloa 2018: primeros escenarios”, El Debate, 7 y 9 de septiembre de 2017). En ellos queda muy claro que, cruzando datos de la elección federal de 2012 y la local de 2016, con la incorporación del PAS a la coalición nacional constituida por PAN, PRD y MC, estaríamos hablando de alrededor de 500 mil votos, cantidad superior a los aproximadamente 400 mil que podrían obtener Morena y sus aliados, lo que dejaría un resto de más o menos 500 mil sufragios para distribuirse entre el PRI y el candidato independiente Manuel Clouthier.
Pero ya sabemos que las cosas no funcionan así. Algo influirán las nominaciones de los candidatos a las alcaldías y a las diputaciones locales, algo las candidaturas independientes -casi seguras- de Jaime Rodríguez “el Bronco”, Margarita Zavala y Armando Ríos Piter a la Presidencia de la República, algo las estrategias de campaña (esto es muy importante para quien no cuenta con una estructura partidaria, y esos serían los casos de Clouthier y Rocha, en ese orden), algo la circunstancia internacional (sobre todo en la relación con los Estados Unidos en tiempos de Trump). De esto me ocuparé el próximo miércoles.
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