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"ÁGORA"

"Sismo: la solidaridad ante todo"

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    El sismo ocurrido en la Ciudad de México y en los estados de Puebla y Morelos, afectando también a Guerrero y Oaxaca, nos recuerda que somos huéspedes en este mundo. Sólo en un sentido muy limitado podemos, a estas alturas del cambio climático y de la devastación a que la hemos sometido, creer todavía, como los hombres de la Ilustración y la primera modernidad, que somos amos y señores de la naturaleza.

     

    Lo que ha sucedido el día de ayer es una tragedia de proporciones mayúsculas, un evento cataclísmico que convoca a la solidaridad con los compatriotas que han perdido a sus seres queridos, su patrimonio y, en muchos casos, sus propios horizontes de vida. Abrazarnos ante la tragedia es lo primero. Pasar a lo que los especialistas llaman la gestión del desastre es lo que sigue. De esto es de lo que debemos hacernos cargo sin avaricia política, ni de hecho, ni de sílaba ni de palabra.

     

    No podemos, en estas situaciones, sustraernos de las reflexiones de la Unesco: crear un mundo más seguro para todos, supone crear una sociedad más equilibrada, menos dispareja. La reducción de riesgos es directamente proporcional al equilibrio, a la igualdad y el acceso a la educación. Ahora mismo, sin embargo, la palabra clave es solidaridad.

     

    Solidaridad moral con los compatriotas en desgracia. Solidaridad material para apoyar en lo que esté a nuestro alcance con medicinas, víveres y artículos necesarios en estas situaciones. Si algo hemos demostrado los mexicanos, es que sabemos ser solidarios. Las noticias de las últimas horas dan fe de la manera en que la sociedad civil, la gente, se está organizando para contribuir a las labores de remoción de escombros, búsqueda de víctimas y rescate de sobrevivientes.

     

    Lo más condenable en estos casos es la utilización de tecnologías como la que ofrecen las redes sociales para provocar temores empíricamente infundados. Esa macabra y frívola difusión de versiones oscurantistas de lo que ha ocurrido y de lo que supuestamente vendrá, sólo genera confusión y un miedo paralizante.

     

    Ahora mismo, lo que se impone es la movilización, el activismo organizado. Son muchos los que están actuando por el mero sentido humano de la solidaridad. Si no los ayudamos, no obstaculicemos su labor, no enrarezcamos más una atmósfera ya de suyo terrible y agobiante.

     

     

    Esta es la hora de la decisión y la acción solidaria, no de la tenebrosa y pasmosa frivolidad.

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