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"Opinión"

"Tormentas, huracanes y otros desastres naturales: ¿Presagios bíblicos del fin del mundo?"

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    El diluvio universal es el nombre de una supuesta inundación mundial narrada en el primer libro de la Biblia. En este relato, Dios castiga a la humanidad por su degeneración, provocando la inundación de "toda la tierra", excepto el patriarca Noé y su familia, junto con parejas de animales selectas.

     

    El relato de un diluvio de estas proporciones ha sido parte de varias culturas a lo largo de la historia de la humanidad, una de las primeras versiones fue la de Mesopotamia, la historia de “Utanapistim”, escrito en el siglo XIV antes de la era común.

     

    En mi corta existencia sobre esta planeta, me ha tocado sobrevivir varios eventos apocalípticos, o al menos, predicciones del fin del mundo (1994, Harold Camping; 1999, Nostradamus; 2000, Iglesia Últimos Días; 2011, Harold Camping; 2012, Mayas New Age; entre otros).

     

    Hoy en día, no falta el vehemente creyente que intenta correlacionar una serie de desastres naturales con el apocalipsis. Y a pesar de que muchos de nosotros nos burlamos de estos individuos, realmente hay algo alarmante que está sucediendo con nuestro planeta.

     

    Los huracanes, ciclones y tifones son el mismo fenómeno meteorológico. Los científicos llaman a estas tormentas de manera diferente dependiendo del lugar donde se producen. En el Atlántico norte y el Pacífico, las tormentas se llaman "huracanes ", nombrados así por el dios del Caribe del mal “Hurrican”. En el Pacífico noroccidental, se les llama " tifones ". En el Océano Índico sureste y suroeste del Pacífico, se les llama "ciclones tropicales severos”.

    Para ser clasificado como un huracán, tifón o ciclón, una tormenta debe alcanzar velocidades del viento de por lo menos 119 kilómetros por hora.

     

    A pesar de que estos fenómenos meteorológicos siempre han existido, en las últimas décadas han aumentado de intensidad. Este alarmante incremento en severidad tiene una gran correlación con el aumento de la temperatura de la Tierra, con el calentamiento global.

     

    ¿A que se debe esta anomalía?

     

    Estos fenómenos meteorológicos son un intento de la atmósfera terrestre para transferir el calor de las regiones ecuatoriales cálidas hacia las regiones polares frías. De esta manera, la atmósfera mantiene un balance energético.

     

    Las tormentas se alimentan del calor latente, razón por la cual el calentamiento global fortalece este tipo de tempestades. Un exceso de calor en la atmósfera o el océano sustenta tormentas más intensas: Entre más energía (calor) ingresa a la atmósfera, mas vigorosa será la tormenta para lograr mantener el balance.

     

    Ya hay evidencia de que las tormentas cada vez son más intensas. Un estudio satelital realizado por la NASA durante 2 décadas reveló que los huracanes se intensifican más rápido de lo que lo hacían hace 25 años; específicamente, encontraron que una tormenta alcanza vientos de Categoría 3 (Escala Saffir–Simpson) 9 hrs más rápido que en la década de los 80.

     

    Asimismo, encontraron que el vapor de agua extra en la atmósfera está haciendo más “mojadas” las tormentas. Hoy en día, las tormentas producen 10% más de precipitación.

    Por último, el hallazgo más interesante fue que los huracanes son 60% más poderosos de lo que eran hace 30 años.

     

    ¿Que podemos hacer para evitar que esto siga empeorando? Está comprobado que rezar no tiene ningún efecto sobre el clima. La respuesta es sencilla, solamente debemos disminuir nuestras emisiones de CO2.

     

    Este pavoroso incremento en la potencia de los desastres naturales debería ser suficiente para tomar iniciativa y cambiar nuestra dinámica con el medio ambiente. Lamentablemente, la mayoría de los Sinaloenses no nos caracterizamos por ser consientes con esta problemática, subyugamos y deterioramos a la naturaleza para nuestra comodidad. No nos importa la inundación, ya que conducimos un camionetón V8.

     

    Si llega el día en que “el diluvio” azote al planeta, aquellos que lograrán subirse al arca de la salvación no serán los más virtuosos, sino los más adinerados y unas cuantas bestias selectas (políticos, artistas, etc.).

     

    Aquellos que son presas de las predicciones del Apocalipsis ciertamente no practican la virtud de la racionalidad; no obstante, todos debemos de entablar un compromiso con la razón y la racionalidad, los cuales nos ayudarán a tener una relación más armónica con la Tierra.

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