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"Opinión"

"Una indetenible bola de nieve"

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12/09/2017

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaz@noroeste.com

     

    En mi adolescencia tuve la oportunidad de subir varias veces a la cima del Nevado de Colima, una experiencia inolvidable. En una de esas ocasiones hice el experimento de echar a rodar por la ladera del volcán una bola de nieve del tamaño de un puño. Cuando se estrelló unas decenas de metros abajo con un pino, ya había crecido al tamaño de una pelota de futbol.

    Todo tiende a crecer mientras no encuentre un obstáculo o una fuerza que lo frene. Un problema, un vicio, un abuso o avasallamiento, alcanzarán proporciones catastróficas si no se les atiende y se desactiva lo que los acelera.

     

    La corrupción es un cáncer mundial que en nuestro País ha alcanzado niveles escandalosos. Como una bola de nieve, empezó en niveles no tan perceptibles por la sociedad, hasta llegar a la monstruosidad que tenemos hoy en día.

    La corrupción se institucionalizó en el gobierno de Miguel Alemán. A partir de ese momento se convirtió en el basamento del sistema político mexicano.

    Robando, ya sea poco como aseguró que hizo un Alcalde nayarita, o mucho y a manos llenas, como hacen prácticamente todos los gobernantes en este malogrado país, es como prueban que existen. No lo dicen así, pero parafrasean a su modo el silogismo cartesiano: “robo, luego existo”.

     

    Servir, que debía ser la motivación de todo el que asume un cargo público, derivó en una obsesión por obtener poder, dinero y, sobre todo, impunidad, hoy en día a su máxima expresión.

    La bola de nieve de la corrupción ha arrasado con todo y parece que no hay manera de detenerla.

    Contrasta esta clase de “servidores públicos” con la manera en que sirvieron y vivieron muchos servidores del gobierno de la República en la segunda mitad del Siglo 19.

     

    Durante la presentación en Mazatlán de los dos primeros volúmenes de su trilogía titulada Patria, Paco Ignacio Taibo II citó los casos de Guillermo Prieto y de Vicente Riva Palacio, que después de haber servido al gobierno de la República, murieron en la miseria.

    De Guillermo Prieto recuerda que fue dos veces Ministro de Hacienda y murió en la pobreza. Era tan pobre, recuerda el escritor, que le faltaban varios botones al saco que portó en el ataúd.

    ¿Qué Ministro de Hacienda mexicano de los últimos 40 años ha muerto en la pobreza?”, cuestionó.

    Ninguno, ciertamente, pero no me extrañaría que a más de alguno le pudieron haber faltado en su momento varios botones del saco, y no porque no hayan tenido para comprarlos, sino porque no hay botones que aguanten la hinchazón de sus bolsillos por tanto dinero acumulado.

     

    Sobre Riva Palacio, Taibo recordó el momento en que rechazó el ofrecimiento del Presidente Benito Juárez de pagarle cinco años de sueldo que se le adeudaban.

    A la Patria se le sirve, no se le cobra”, fue su respuesta a Juárez.

    Los funcionarios públicos no deberían cobrar… Esa es la mística de esta generación de hombres que hicieron la revolución liberal”, manifestó Taibo.

    Es triste”, agregó, “que no conozcamos esa historia, la de esos hombres honestos que deben ser ejemplo para todos. Siempre nos ocultaron esa parte de la historia en la que vemos al ser humano, a la persona íntegra, con virtudes y con defectos a los que se sobreponen con sus acciones”.

    Esa es la clase de colaboradores que todo Presidente de la República o Gobernador debería buscar. Personas íntegras y capaces de señalarles sus errores, no cómplices ni tapaderas de sus abusos y atrocidades.

    ¿Pero qué se puede esperar en un sistema como el nuestro, que protege y premia a quienes roban impunemente el patrimonio de los mexicanos?

    Se llenan los bolsillos con dinero que debería solventar las carencias de bienes y servicios en tantas comunidades de México y dilapidan los recursos del erario para pagar campañas en medios, electrónicos y escritos, para promover su imagen.

     

    De acuerdo con el centro de análisis e investigación Fundar, según cita la agencia Sinembargo.com, entre 2013 y 2016 el gobierno de Enrique Peña Nieto gastó más de 30 mil millones de pesos en medios, principalmente Televisa y Televisión Azteca.

    De continuar esta tendencia, se advierte, el Gobierno habrá gastado en estos seis años en ese rubro 60 mil millones de pesos, igual al presupuesto de Sinaloa para este año.

    ¿Todo ese mundo de dinero para promover su imagen y docilizar a los medios?

    Qué diéramos los mexicanos por contar con servidores públicos de la talla de los citados por Pablo Ignacio Taibo II, dispuestos a servir al País, con buenos salarios si se quiere, pero que no roben.

     

     

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