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"Opinión"

"¿Ustedes les creen?, yo tampoco"

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15/08/2017

    Joel Díaz Fonseca

    Cuando alguien critica a otra persona por hacer una cosa supuestamente indebida, pero que él mismo hace o ha hecho, de inmediato le caen en cascada las denostaciones. Quienes lo conocen y saben de sus antecedentes le dicen que “se mordió la lengua” o le advierten que no escupa para arriba porque el escupitajo le caerá en la cabeza.
     
    Es exactamente lo mismo que hacen no solo el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, o la Senadora Diva Hadamira Gastélum, cuando afirman que se deben cerrar las puertas del partido a quienes tienen un pasado de corrupción, sino el propio Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
     
    Al clausurar la 22 asamblea nacional del PRI, Peña Nieto se envolvió en una capa de blancura, blanca como la casa que ha sido su dolor de cabeza, y arremetió contra los militantes que “han traicionado la confianza del partido”.
     
    “Hay militantes que se alejaron de nuestros principios... quienes han traicionado los principios deben enfrentar a la ley”, manifestó asumiéndose, según se ve en las fotografías que le tomaron en el evento, como el mesías que va a salvar lo que queda del priismo.
     
    No dijo nombres, pero se asume que se refería a los ex gobernadores de Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo y Chihuahua, por citar solo a los pesos pesados de la corrupción institucionalizada.
     
    Pero en su panegírico caben igualmente otros peces gordos como los que cité el sábado: el líder petrolero Carlos Romero Deschamps; el líder de los trabajadores mineros, Napoleón Gómez Urrutia; o el líder ferrocarrilero, Víctor Flores Morales, que llevan décadas medrando impunemente del erario y de las arcas sindicales.
     
    No creo que el Presidente haya aludido a esos connotados priistas en su discurso. ¿Qué acaso el “modus operandi” de estos especímenes no ha significado una traición a los principios del tricolor y una traición a la Patria?
     
    Que el PRI no postule ya como candidatos a militantes con una larga cola que les pisen, como postulan Ochoa Reza y la Senadora Gastélum Bajo, sería tanto como que el partido se hiciera un “harakiri”.
     
    ¿Quién dentro de la cúpula del partido tiene la suficiente estatura moral como para cerrar la puerta a los militantes con un largo pasado de corruptelas? Vamos, ¿quién o quiénes van a definir hasta qué grado se vuelve inaceptable la corrupción en ese instituto político?
     
    ¿El grado de corrupción que no quieren es solamente ese al que han llegado prácticamente todos los ex gobernadores emanados de su partido? ¿No están dispuestos a tolerar ese nivel de corrupción, pero sí la corrupción y los manejos sucios de los sempiternos líderes sindicales como los mencionados?
     
    Cuando alguien cuenta con bienes muy por encima del nivel de sus ingresos, se habla de un “enriquecimiento inexplicable” y muy posiblemente de un enriquecimiento ilícito y muchísimos militantes de dicho partido caben en esa presunción.
     
    El propio líder nacional del PRI se encuadra en ese perfil, según han señalado diversas agencias noticiosas.
     
    El 28 de noviembre pasado, en una entrevista telefónica con Adela Micha, de Grupo Nueva Imagen, Ochoa Reza reiteró lo que ha venido repitiendo desde que asumió la dirigencia nacional de PRI:
     
    “Vamos a preparar la plataforma y las propuestas más allá de 2018 con un trabajo para fortalecer la participación del PRI con la sociedad, estados, y municipios... combatiendo la corrupción, mostrando la ‘transparencia en los hechos, formando instituciones anticorrupción”.
    Como el dirigente del tricolor se puso “de pechito”, lo atajó la periodista:
    ¿Cómo pretenden ser ejemplo anticorrupción? Humberto Moreira estuvo presente y él estuvo en la cárcel y fue acusado por diversas actividades (ilícitas).
     
    “Moreira”, respondió Ochoa Reza, “fue presidente del PRI y estatutariamente está en el proceso: todos aquellos casos de señalamiento serán revisados, pero lo que no permitirá el PRI es que se socave la reputación de sus militantes... promoveremos que los corruptos se vayan a la cárcel y regresen lo robado a las arcas públicas”.
     
    Es exactamente lo mismo que vienen repitiendo las cúpulas del PRI desde hace décadas y lo único que han hecho es darle al partido una “manita de gato” para dar la apariencia de que se trata de un instituto político renovado.
     
    Hay que decirles a los nuevos liderazgos priistas, empezando por el Presidente Peña Nieto, que si ellos no están supuestamente dispuestos a tolerar la corrupción, tampoco nosotros. ¿Ustedes les creen que realmente quieren erradicar la corrupción?, yo tampoco.
     

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