Twitter:@rodolfodiazf
La palabra agonía se utiliza normalmente para referirse a una persona en sus últimos momentos de vida. Se trata de una lucha desequilibrada, porque se usa este término cuando se piensa que la muerte tiene ya la última palabra.
Sin embargo, en su sentido etimológico y primigenio el vocablo no designaba necesariamente a una persona moribunda, sino agónica en cuanto que luchaba con la vida misma. Agonía viene del griego agón, que significa lucha, combate o partido.
En la antigua Roma se celebraban unas fiestas para honrar a los héroes, que recibían el nombre de Agonalia. Algunos autores señalan que tenían como escenario el lugar que hoy ocupa la Plaza Navona, y que antiguamente fue el estadio de Domiciano.
Los juegos agonísticos se realizaban para poner de realce la inteligencia y estrategia de los participantes, entre los cuales no había ningún moribundo, pues eran luchadores o jugadores perfectamente sanos y adiestrados que combatían en igualdad de condiciones y oportunidades.
De la palabra agonía derivan los vocablos protagonista y antagonista. Protagonista es el actor más importante o primer actor (ya que protos significa primero), mientras que antagonista es el actor enemigo o rival del protagonista (anti es opuesto o contrario).
Además del protagonista y antagonista, en una película u obra de teatro participan otros actores que no tienen un papel estelar, por lo que son considerados de reparto. Se pueden añadir otros muchos “extras”, que sirven para acompañar las escenas como simple relleno.
En nuestra vida es muy importante ser protagonistas, personas positivas y proactivas que tomen la iniciativa sin excederse en protagonismos. No se vale ser antagonistas, que a todo se oponen pero no contribuyen. Mucho menos, “extras” o actores de reparto.
¿Vivo en agonía? ¿Soy protagonista o actor de reparto? ¿Me seduce el protagonismo?
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